jueves, 15 de noviembre de 2007

El señor de Bembibre


Ayer mostré en clase este libro de Michael P. Iarocci, Enrique Gil y la genealogía de la lírica moderna. En torno a la poesía y prosa de Enrique Gil y Carrasco (1815-1846), Newark, Delaware, Juan de la Cuesta, 1999. Terminábamos, ya, prácticamente —y desgraciadamente, pues seguiría varias semanas más— la lectura de El señor de Bembibre. En el libro de Iarocci hay comentarios con enjundia sobre algunos de los aspectos que de la novela hemos tratado en clase. Me alegra poder utilizarlo como complemento, en lo que tiene de análisis del lirismo de Gil, para cerrar esta propuesta de lectura de una novela sublime, tan autorreferencial —y que conste que no me gusta la palabra. Sentí ayer cierta emoción leyendo algunos fragmentos de esta obra. Ojalá se haya notado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lama, esa emoción se te nota muchas veces, sólo hay que mirarte la cara cuando terminas de leer el texto y escuchar tu explicación.
Haces que nos guste la obra antes de empezar a leerla, lo que nos fastidia es que nos enteramos del final antes de tiempo... Pero con tus palabras todo nos parece más fácil; lo hemos comentado varias veces entre nosotras, gracias a tus clases nos damos cuenta de cosas, de relaciones, de paralelismos, guiños... que hacen que las obras sean mucho más emocionantes.
"Emoción" esa es la palabra.
GRACIAS.

Anónimo dijo...

realmente es muy satifactorio intentar analizar un libro como usted lo hace en clase y ver que nuestro trabajo tambien sirve para algo aunque en ocasiones no sabemos si nuestras conclusiones, pensamientos sobre un libro son los adecuados