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sábado, 23 de diciembre de 2023

Sin pelos en la lengua

El lunes participé en uno de esos actos que ocupan un espacio de privilegio en mi currículum no normalizado. Tuve un encuentro con las alumnas y los alumnos del IES Rodríguez-Moñino en el CPR de Badajoz en la presentación del número 1 de la revista plurilingüe Sin pelos en la lengua. Without Mincing Words. Sans mâcher ses mots. Sem papas na lingua; así, en los cuatro idiomas. Es un proyecto didáctico encomiable que ha impulsado una antigua alumna, profesora de Lengua Castellana y Literatura, jefa de ese departamento, Nines (Ángela) Castro, con el apoyo de otros compañeros de los de Inglés (Josefa Acedo y Carlos Criado Vadillo), Francés (Cindy Flinois)  y Portugués (Luis Leal Pinto), y la implicación de un buen número de alumnos de Bachillerato, alguno de 4.º de ESO e incluso una exalumna del «Moñino» (Mª Carmen Duarte Almeida) que hoy cursa primero de Filología Inglesa en mi Facultad. Me emociona el encuentro con un profesorado ya veterano en su centro —al que di clases—, con responsabilidades y con la vocación casi intacta que le lleva a emprender aventuras como la edición de esta revista en la que han escrito casi una cuarentena de alumnos en las cuatro lenguas que se imparten allí y sobre aspectos todos de carácter lingüístico. Son 47 colaboraciones, que, si no he contado mal, 19 son en español o sobre aspectos de la lengua española, 15 en inglés o sobre inglés (los de Pepi Acedo y Rocío Muñoz Perea son sobre anglicismos), 7 en portugués y 5 en francés (con el de Irene Gervasini sobre «Los falsos amigos»), a las que hay que sumar lo de Nines Castro («Más que amigas») que busca sus ejemplos en los cuatro idiomas. El recorrido políglota por sus páginas se hace especialmente grato y provechoso por tratar sobre errores lingüísticos (como a grosso modo en el artículo de Pilar Santa-Cruz Peromarta), o usos poco recomendables (como las muletillas de «¿Me entiendes o no me entiendes?», de Mª Dolores Gómez Torres y de las que también habla Clara Ordóñez), aspectos culturales («A Women's Thing», de Candela de Mariano), el significado de expresiones o de palabras (como en «Virar a casaca», de Yasmín Fuentes, Hugo Núñez y Jesús Ortiz; en «Comme dans un moulin», de Mario Barba; en «Uma origen de lenda», de Celia Ramos e Ethan Torres; en «Llueve sobre mojado», de Daniel Pérez-Cortés González; de «Mitin or meeting» de Isabel Martín García, o el de Marta Barragán), o su origen (como en la palabra rebeca de la colaboración de Jorge Giménez González; en «Ficar a ver navios», de Carmen Tamayo y Natalia Tardío; en «De pe a pa», de Victoria Pérez Paredes; o «¿Quiénes son fulano y mengano?», de Carlos Cruz Vaquerizo); o de curiosidades y matices que siempre conviene conocer (y pasa en la colaboración de Noelia Díaz Bayón sobre el acento del dialecto Mancuniano o con «les vaches espagnoles» de Esmeralda Miranda). A estas menciones sumo las de quienes subieron al estrado del repleto salón de actos del CPR para resumir sus contribuciones, cada uno en la lengua en la que las escribieron: Lucía Calamonte («Detecting the Detective»), Félix Orejón, que habló de uno de sus dos artículos («Dejà vu»), emparentado con el de Carmen Tato Castro («Vivre deux fois»), Rocío Sanguino sobre el trabajo que proviene del tripalium latino («Una tortura necesaria»), y Daniel Martín y Pablo Montero Vera («Ir para o maneta»). Fue un acto multitudinario en el que participaron un buen número de chavales y chavalas que representaron con su intervención o su asistencia las páginas escritas. «Humor entre cortinas», sobre el uso del lenguaje con propósito humorístico, de Pilar Castell Méndez; «Saudade», como «símbolo da lingua portuguesa», de Íñigo García Ganivet; «¿Hay algo más español que el famoso olé?», de Celia Pulido Matador; «O Killed», de Rocío Muñoz Perea; «Sandwich», de Irene Regidor; o «Hablemos mano a mano», de Inés Navarro Delgado, son otras de las colaboraciones de una revista que expresa su intención en esa locución en cuatro idiomas, y no traducidos; pues todos pretenden tener el mismo rango —a pesar de que el título principal por el tamaño de letra sea el primero, por ser española la sede editorial de un instituto de enseñanza en este territorio. Se refuerza así la idea multilingüe que quiere trasmitir y que es uno de los signos distintivos más poderosos de la enseñanza secundaria de nuestra era, en un valor y empeño que está muy bien expresado de manera genérica en el artículo de Rosa Palomar «El poder de las palabras y por qué hablar más de un idioma». Con Marta Hernández y Adriana Martínez, que firman dos artículos porque escriben en español y en inglés, con Juan Carlos Luengo, que trata la palabra cachivache, y Miguel García Montesinos que escribe sobre gentilicios y Daniel Martínez Izquierdo sobre dobletes, y no solo españoles, cierro esta relación desordenada —y espero que completa— del contenido de este primer número de una revista plural a la que deseo continuidad, pues cuenta con la materia inagotable de la lengua y el plantel fecundo de los colaboradores de la casa.

viernes, 19 de junio de 2015

Una revista de nuestra Facultad: HETERÓNIMA


Saludo con alborozo la publicación de esta revista de mi Facultad: Heterónima. Revista de creación y crítica (núm. 1, primavera de 2015). Nace dirigida por Antonio Rivero Machina —que acaba de ganar el XVII Premio de Poesía  «García de la Huerta» y que pronto publicará nuevo libro poético, Contrafacta, como finalista en el Premio de Poesía Joven «Antonio Colinas» promovido por Ediciones de la Isla de Siltolá— y con un elenco de colaboradores distinguido y cercano —conozco a la mayoría que ha estado vinculada, o sigue estando, con la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres. La «Salutación» del director introduce cuatro secciones tituladas «Heterográficas», «Alteridades», «Creación» y «Crítica», y está claro que las dos primeras necesitan explicación; y por eso llevan sendos textos introductorios que se supone que están redactados por Antonio Rivero desde su mismísima «alteridad», pues él en la primera escribe sobre otro grande —además del Pessoa que está en esta revista de la mano de Antonio Sáez Delgado— como António Ramos Rosa. El afán de mostrar unas señas de nacimiento que tiendan a la heterogeneidad y a la heteronimia y la vocación fronteriza con Portugal colorean este número; pero también rebajan el sentido de las dos secciones de «Creación» y «Crítica», ya que en las anteriores hay tanto crítica como creación. De hecho, poetas como Ben Clark, Martha Asunción Alonso, Silvia Gallego, Sandra Eisenheim y José Manuel Díez no escriben en «Creación», pues lo hacen en «Alteridades», y sí Javier Pérez Walias con su poema anotado —se me hace presente la intrapoesía, la poesía crítica, la poesía didáctica con la que en los últimos tiempos recala Julio César Galán, otro hijo de esta Facultad—, o Jorge Luis Pérez Reyes, y Alberto Escalante con un relato-diálogo de sabor antiguo. Un consejo muy personal: que se dé aire a la poesía en la página. Quedan los poemas como en una corrala. En términos editoriales nunca fue despilfarro el poema por página. Con este número de Heterónima en las manos no puedo evitar hacer recuento de las revistas que he conocido en la casa —algo hace Antonio Rivero en su salutación, en la que cita Luar y Laurel, que no fue de la Facultad; pero que agradezco en la mención—; y me acuerdo de El gayinero —años 79 y 80—, con algún texto de César Nicolás o de Ricardo Senabre sobre Blas de Otero; de Residencia —que nació en la «San José» de su cabecera y que hicimos en la Facultad hasta 1989 y su número 15—; de La Nueva Letra —¡ay!, Antonio Maqueda, Diego Fernández Sosa, Laly Martínez Zamora, Manuel Remedios Gil, José Antonio Llera (Lleru)—, de la que solo encuentro ahora el número 1, de diciembre de 1991; de Baciyelmo, que impulsó Laura Puerto Moro, hoy filóloga y editora de Rodrigo de Reynosa, y de la que solo salió el primer número de 1998, que publicó textos de Álvaro Valverde, de Javier Rodríguez Marcos y de Basilio Sánchez, entre otros; o de Luar, la revista —también salió solo un número, el cero— de Fernando de las Heras, ya en 2004. Ojalá que de estos últimos precedentes comparta Heterónima el ímpetu y las ganas, y no la vida editorial, y que esta iniciativa se sostenga. Son otros tiempos, sí; y por eso esta revista de Letras nace en la red —con sus ejemplares en papel—, con más difusión y con voluntad de perdurar. Son otros tiempos; pero las circunstancias han propiciado una vinculación entre la revista de Filosofía y Letras más reciente y la más antigua, entre Heterónima y El gayinero, por la presencia en el recuerdo de Ricardo Senabre —fallecido el pasado febrero— en el texto firmado por José Luis Bernal Salgado, actualmente decano de la Facultad que fundó el primero —nunca mejor dicho—, y que se puede leer en la última sección de «Crítica», en la que además escriben Alberto Venegas sobre La estetización del mundo, de Lipovetsky y Serroy, y José Manuel Sánchez Moro sobre el Fernando Aramburu poeta. Y nota bene: dice Sánchez Moro sobre Ricardo Senabre que «no recuerdo quién, valorando su labor rigurosa, de pocos parabienes, como crítico literario, se acordaba de él aludiendo a que igual bregaba por el medievo que por el último libro de Fernando Aramburu». Se lo digo yo.