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sábado, 4 de noviembre de 2023

Tan solos los muertos

Por segunda vez, y ahora en torno a fechas tan señaladas como los días de Todos los Santos y de Difuntos, la editorial vallisoletana Deméter presenta en Extremadura una de sus novedades, esta edición del texto de Gustavo Adolfo Bécquer Tan solos los muertos. Ilustrado por Roger Olmos (Valladolid, Editorial Deméter, 2023). La conocida rima LXXIII —la 71 en el Libro de los gorriones— como ejemplo clásico de recreación de lo fúnebre, seña de identidad de este singular sello editor. Será el viernes 10 de noviembre, dentro de las VIII Jornadas Góticas de Cáceres que organizan conjuntamente las asociaciones Norbanova y Letras Cascabeleras, y cuyo programa puede verse aquí. La rima conocida por su estribillo «¡Dios mío, qué solos / se quedan los muertos!» ha sido una de las que ha ocupado más espacio a la crítica sobre la obra poética de Bécquer. Por un lado, por su historia textual, en la que destaca un manuscrito que ha sido editado modernamente, y como más reciente, una edición facsimilar que publicó su propietario Enrique Toral al cuidado de una especialista como Marta Palenque (Editorial de la Universidad de Sevilla, 2020). Por su contenido, ha propiciado algunas de las lecturas que alimentan la leyenda becqueriana y se afanan en encontrar correspondencias en sus versos con la vida del poeta, o, simplemente, ha generado lecturas muy razonables que han tenido en cuenta unos precedentes literarios tan cercanos al autor como el Diablo Mundo de Espronceda, precisamente. Lo funeral de la rima LXXIII tiene en Bécquer el contrapunto cómico-macabro de los dibujos que el poeta hizo en el álbum de Julia Espín bajo el título de Les morts pour rire, que nos ofrecen esos «muertos de risa» que juegan al tenis, hacen esgrima atravesándose la osamenta o fuman en pipa, y que editara y estudiara brillantemente Jesús Rubio Jiménez en su revista El Gnomo en 1997 y luego en su reconocido libro Pintura y literatura en Gustavo Adolfo Bécquer (Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 2006); y que pueden verse en la prodigiosa Biblioteca Digital Hispánica de la Biblioteca Nacional de España. Qué interesantísima conciencia sobre la muerte la de Bécquer que ahora me recuerda esta esmerada edición de Tan solos los muertos, como otra materialidad por mano ajena —la del ilustrador barcelonés Roger Omos— de la coexistencia artística y vital de escritura y dibujo en el gran poeta de las Rimas. 



lunes, 9 de octubre de 2023

Mi tía Carolina Coronado

Ayer pasé en coche por las traseras de las casetas de la XXXIII Feria de Otoño del Libro Viejo y Antiguo de Madrid que está en el Paseo de Recoletos, y las pocas horas que estuve en la capital no me dieron para echar un vistazo con tranquilidad y pescar alguna pieza apetente. Pero allí estaba mi hermano Josemari, a quien recogí en la Plaza de las Cortes, con este regalo espléndido que me compró en la feria: la primera edición de Mi tía Carolina Coronado, de Ramón Gómez de la Serna (Buenos Aires, Emecé Editores, 1942), un ejemplar excelente, encuadernado en holandesa con lomo en trapecio y que conserva las cubiertas originales. No recuerdo así la obra, y sí, probablemente, en las biografías completas; y está claro que cuando uno pasa por los libros con otro propósito no repara en lo que luego le interesará por otros motivos. Por ejemplo, que Ramón dedicó unas cuarenta páginas, antes de empezar con el «Nacimiento y primeros años de Carolina Coronado», al romanticismo, al «primer romántico de España, Cadalso el desenterrador», al «segundo romántico» —Larra— y a Espronceda. Y que en el novelesco capitulillo sobre el autor de las Noches lúgubres edita dos de sus poemas («Injuria el poeta al amor» y «Retráctase el poeta de las injurias que dijo al amor en el mismo metro»), como modelos de su «estro oscilante entre el creer y no creer» y de «su inquietud romántica» (pág. 34). Me gusta tener este libro como una pieza histórica sobre una autora que solo desde los últimos veinte años del pasado siglo ha sido bien estudiada y bien editada, como una recreación de una «silueta rica en tirabuzones» (pág. 57), que puso el acento más en la novelización de los detalles de vida y de dulzura que en el rigor documental. Me gusta leer esa imagen que Ramón escribe de la hermana de su abuela materna, aunque, en términos de rigor histórico y para compensar fabulaciones, me tranquiliza hacerlo con un antídoto cerca, este otro libro que me ocupa desde que me lo traje de Almendralejo el 7 de julio, cuando se presentó. Es el monumental estudio biográfico —y más— de Carmen Fernández-Daza Álvarez e Isabel María Pérez González Carolina Coronado, un siglo en rotación (Editora Regional de Extremadura, 2023), de casi novecientas cincuenta páginas. Aparte de sus muchos valores y aportaciones como trabajo de investigación y biografía principal y definitiva de la escritora, es una obra muy especial por su condición de alianza de dos afanes admirables. Es una obra de una doble autoría que es la unión de dos vidas dedicadas al estudio de la de Carolina Coronado, la unión de las dos biógrafas que más han aportado en trabajos muy citados como Carolina Coronado. Del Romanticismo a la crisis de fin de siglo (1999) —y antes su biografía Carolina Coronado. Etopeya de una mujer (1986)—, de Isabel Mª Pérez González; y La familia de Carolina Coronado. Los primeros años en la vida de una escritora (2011), de Carmen Fernández-Daza. Es tal la voluntad de sumar estos dos capitales intelectuales reunidos durante tantos años, y tal la complicidad, que en los veinte capítulos que conforman el libro y que firman individualmente Carmen —nueve— e Isabel —once— promueven un original diálogo entre ambas con los exergos de todos y cada uno de ellos, de tal manera que todos los redactados por Carmen Fernández-Daza se encabezan con citas del libro principal de Isabel Pérez, y los de ésta van encabezados por otras de La familia de Carolina Coronado, de Fernández-Daza. El conjunto es portentoso, y un comentario bien elaborado sobre sus virtudes precisaría de no pocas páginas para hacerle justicia. Ya que todo ha comenzado en Mi tía Carolina Coronado, añadiré lo que Carmen Fernández-Daza dice sobre el librito de Ramón para renegar «de la licencia de imaginar, que es don del novelista» (pág. 49) y hacer una contundente demostración de honestidad intelectual sobre su propia investigación: «Se trata de una reescritura del personaje femenino que nace del goce de solo presentir, de la ‘veraz’ imaginación de la intimidad, en todo ese universo que puebla la superhistoria del novelista. Ya en el prólogo del libro se nos sugieren la reivindicación de la fantasía y la lucubración del género biográfico que, lejos del rigor histórico, alientan en general a los personajes redivivos de Gómez de la Serna» (págs. 48-49). Contra esto, la mejor vacuna es la lectura de un estudio tan incontestable y honesto como Carolina Coronado, un siglo en rotación.