sábado, 18 de junio de 2016

Diarios de Jaime Gil de Biedma


Ha sido una de las lecturas relevantes de este curso que va terminando —queda solo más de un mes. Mis alumnos de «Textos de la literatura española contemporánea» leen la poesía de Jaime Gil de Biedma, la mayoría por la antología Volver, que preparó para la colección Letras Hispánicas de Cátedra en 1989 Dionisio Cañas, a quien tuvimos la suerte de tener en clase el pasado abril, cuando terminaron las clases —véase foto abajo. Al salir en noviembre la nueva edición de los Diarios del escritor barcelonés (Jaime Gil de Biedma, Diarios 1956-1985. Edición de Andreu Jaume. Barcelona, Lumen. Penguin Random House Grupo Editorial, 2015), no pude compartirla; pues las clases de mi asignatura, de segundo cuatrimestre, comenzaban el lunes 1 de febrero. Pero ese mismo día, en la presentación, ya hablé de la publicación de los Diarios de uno de los autores que nos iban a ocupar en las próximas semanas, y ya por entonces en mi ejemplar del libro, anotado y marcado con banderitas adhesivas («Miércoles 17 [1960]: visitamos Plasencia. Salida después del almuerzo. Avería cerca de Cáceres. Tarde y noche en Cáceres», pág. 420), estaban encartados los recortes del periódico de la reseña de José-Carlos Mainer en Babelia (7-12-2015) y de «Un poeta en la charca de la memoria», de Manuel Vicent (28-12-2015), un contundente recuerdo del autor de Moralidades. Este libro, precisamente, publicado en México por Joaquín Mortiz en 1966, ocupa buena parte de las aportaciones de esta edición en relación con el Diario de un artista seriamente enfermo (1974) o el Retrato del artista en 1956 (1991), y es uno de los protagonistas de la novedad de esta edición. Impagables doscientas páginas y pico sobre cómo fue formándose aquella obra. Así que —pensaba yo el primer día de clase—, cuando insista en el cuidado formal —«tratar con el idioma / como si fuera mágico» y «en renglones contados»— de la poesía de Gil de Biedma y me toque explicar «Apología y petición» o «Pandémica y Celeste», hablaré de estas partes de su diario que se me antojan un taller de escritura, o cosa parecida. Dedico esta primera entrada sobre los Diarios de Gil de Biedma —«que escandalizaron a tantos y en tantos provocaron una insana efusión de beatería», Mainer dixit—  a mis alumnos de la promoción 2012-2016 de Filología Hispánica que se han graduado hoy.

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