tag:blogger.com,1999:blog-85036633145161619432024-03-24T16:33:53.931-07:00El trabajo gustosoCuaderno docente de Miguel Ángel Lama. Departamento de Filología Hispánica y Lingüística General. Universidad de Extremadura.Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.comBlogger245125tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-32320138064364826512024-03-12T11:28:00.000-07:002024-03-12T11:35:57.219-07:00La cola de la lagartija<p><span style="font-family: georgia;"><span style="text-align: justify;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRkn7NmaD11xXJXSXXRG6Nk72kH937P67eP5lBeKU5q3bHk9jvzFDCT99FoRYDnpcl4Y26F-MxdNHlAs5Lv8-6GL8ZwZMmytIca7n-2-xrWpU4N5elr6gA0LlC1DMkMOIQdGYtxG2IL2IrE_lBaSjn7JqFIOTtuAyOq79i8Gt17EuCaA4fP_wtWBo9OV7t/s920/Garci%CC%81a%20Ma%CC%81rquez%20En%20agosto%20nos%20vemos.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="613" data-original-width="920" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRkn7NmaD11xXJXSXXRG6Nk72kH937P67eP5lBeKU5q3bHk9jvzFDCT99FoRYDnpcl4Y26F-MxdNHlAs5Lv8-6GL8ZwZMmytIca7n-2-xrWpU4N5elr6gA0LlC1DMkMOIQdGYtxG2IL2IrE_lBaSjn7JqFIOTtuAyOq79i8Gt17EuCaA4fP_wtWBo9OV7t/s320/Garci%CC%81a%20Ma%CC%81rquez%20En%20agosto%20nos%20vemos.jpg" width="320" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;">Este pasado jueves llevé a clase de Hispanoamericana mi ejemplar de <i style="text-align: justify;">En agosto nos vemos</i><span style="text-align: justify;"> (Penguin Random House Grupo Editorial, 2024), la novela póstuma de Gabriel García Márquez que se lanzó el miércoles a todos los medios y que ha ocupado mucho espacio en la prensa estos días. Me apetecía compartir un acontecimiento editorial así, relacionado con un protagonista tan notable del contexto cultural que nos atañe en clase, aunque en este curso no haya ninguna obra suya programada. Todavía no había leído la novela; pero sí el «Prólogo» que firman los hijos del escritor, Rodrigo y Gonzalo García Barcha, en el que justifican lo que llaman «un acto de traición» al padre que había dicho: «Este libro no sirve. Hay que destruirlo»; y también la nota del editor, Cristóbal Pera, sobre algunas circunstancias antetextuales. Pero lo que más me interesó compartir, aparte la novedad, fue la posibilidad de una propuesta para un trabajo de fin de estudios sobre esa vida póstuma de algunas obras literarias; abrir una vía, no tanto de investigación, sino de elaboración de un estado de los estudios —para un trabajo de fin de grado— sobre los problemas de carácter filológico que se dan cuando en lo que leemos no consta la última voluntad definitiva del autor. Anoté para la clase algunos casos, como el de </span><i style="text-align: justify;">Lagartija sin cola</i><span style="text-align: justify;"> (2007)</span><i style="text-align: justify;">,</i><span style="text-align: justify;"> de José Donoso, cuyo texto fue establecido por el crítico Julio Ortega a partir del original descubierto por la familia del escritor; o el de la obra diarística póstuma de Alejandra Pizarnik y el estado de los diversos escritos hoy conservados en la Universidad de Princeton. Me acordé de la posteridad de Ricardo Piglia y de su taller secreto —al que </span><i style="text-align: justify;">Tinta libre</i><span style="text-align: justify;"> dedicó unas provechosas páginas de su primer número de este año 2024—, y de la novela póstuma </span><i style="text-align: justify;">Aquiles o el guerrillero y el asesino</i><span style="text-align: justify;"> (2016) de Carlos Fuentes. A Roberto Bolaño sí lo tenemos en el programa del curso —</span><i style="text-align: justify;">Estrella distante</i><span style="text-align: justify;">— y su caso sigue siendo notorio, no solo por el abultado </span><i style="text-align: justify;">corpus</i><span style="text-align: justify;"> de su obra póstuma desde su muerte en 2003, sino por la pura gestión de su memoria. Hace unas pocas semanas, en su columna de </span><i style="text-align: justify;">El Cultural,</i><span style="text-align: justify;"> Ignacio Echevarría se lamentaba («Páginas en blanco», 2 de febrero de 2024, pág. 32), de que en algunas recientes antologías de la poesía chilena y mexicana la publicación de los poemas de Bolaño había sido vetada por la «dura custodia que la agencia y la heredera de Roberto Bolaño ejercen sobre su obra», según se puede leer en la explicación de Rubén Medina, el editor de una de esas publicaciones, </span><i style="text-align: justify;">Perros habitados por las voces del desierto </i><span style="text-align: justify;">(México, Aldus, 2014), que recoge la obra de diecinueve poetas infrarrealistas. Rastrear estos y otros casos de la literatura iberoamericana y comprobar el eco crítico que han tenido, sin entrar en los turbios y desagradables pormenores del círculo de los herederos legales —más legales que literarios— de un autor, podría ser un modo atractivo de iniciarse en una investigación y un análisis básicos en la culminación de los estudios de grado o de máster. Como el título de Donoso que dicen que descartaron para la novela de 2007, la cola de la lagartija sigue moviéndose separada del cuerpo, como las obras póstumas por manos distintas a las de quienes las escribieron. La publicación de </span><i style="text-align: justify;">En agosto nos vemos</i><span style="text-align: justify;"> me llevó a pensar esto en voz alta en la clase del jueves, y hubo cierto interés. Ahora, leída ya la novela, y aunque sea difícil abstraerse de otras motivaciones del lanzamiento editorial, creo que su publicación es un regalo, pequeñito, mera muestra de lo que podría haber sido otra cosa, pero suficientemente evocador —y añorante— del grandioso narrador García Márquez, lo justo para reencontrarse —aunque sea con la levedad de lo breve— con un modo reconocible de presentación de los personajes en el tablero amoroso tan del gusto del colombiano, con puntadas de su inventiva, de su humorismo, y la habilidad en el uso de lazos narrativos como el del billete de veinte dólares lleno de carga argumental capítulos antes, a su debida y calculada distancia, en la propina que la protagonista da a un peluquero, advirtiéndole feliz: «Úselos bien […]: Son de carne y hueso» (pág. 56). Es poco, un sorbo solo para probar; pero suficiente para no sentirse ufanamente defraudado después de tanto ruido.</span></span><p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-31424660281125916732024-03-08T11:48:00.000-08:002024-03-08T11:48:34.735-08:00Elena Garro desde España<p><span style="font-family: georgia;"><span style="text-align: justify;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMwQDOgWfnA4CjBg5MFcxKsmW1-wD8KzVrYWCPwb0W2WOma2m8V5TOX1R6gHZG9g8vz8f4nfvupbs0BvljyJK6VB9VBwJCSrU7_PvWDBDhyphenhyphen02Tfoy_3OXTLV1xBWyB3_bEkimKf3ek3RfCZbk_5QokJSIRil5M3pirUx0mIKRE1yl5W9DiV-xBXJNv9rI4/s2746/Cristales-de-tiempo-Portada.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2746" data-original-width="1859" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMwQDOgWfnA4CjBg5MFcxKsmW1-wD8KzVrYWCPwb0W2WOma2m8V5TOX1R6gHZG9g8vz8f4nfvupbs0BvljyJK6VB9VBwJCSrU7_PvWDBDhyphenhyphen02Tfoy_3OXTLV1xBWyB3_bEkimKf3ek3RfCZbk_5QokJSIRil5M3pirUx0mIKRE1yl5W9DiV-xBXJNv9rI4/s320/Cristales-de-tiempo-Portada.jpeg" width="217" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;">Tuve la satisfacción el curso pasado de tener a Adriana Sánchez Vaquero (Zafra, 2001) como alumna en su Trabajo de Fin de Grado sobre «La novela hispanoamericana en el siglo XXI: la presencia de Elena Garro en España», que recibió la máxima calificación y este enero un accésit en la IV Edición de Premios al Mejor Trabajo de Fin de Estudios en materia de Igualdad de Género de la Universidad de Extremadura. Hoy me ha remitido el enlace a su artículo <a href="https://revistareplicante.com/homenaje-a-elena-garro-en-el-8m/" target="_blank">«Homenaje a Elena Garro en el 8-M. Cruce de caminos con la escritora mexicana»</a>, que me anunció que estaba escribiendo, publicado en la revista mexicana <i style="text-align: justify;">Replicante</i><span style="text-align: justify;"> con motivo del Día Internacional de la Mujer. Merece la pena leer a esta joven filóloga y cómo transmite su entusiasmo, gracias a su trabajo académico, por haber conocido la obra de una gran autora como Elena Garro y personalmente a su estudiosa Patricia Rosas Lopátegui, presentes ambas en lo que fue el punto de partida de su estudio: la publicación en Extremadura en 2018 de la obra poética de Elena Garro, </span><i style="text-align: justify;">Cristales de tiempo</i><span style="text-align: justify;">, en edición de Patricia Rosas, en la editorial La Moderna, que dirigen Lidia Gómez y David Matías, otro antiguo alumno sobresaliente.</span> </span><p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-45297448268491540092024-02-02T13:42:00.000-08:002024-02-02T14:00:31.946-08:00Ribera con Batilo<p><span style="font-family: georgia;"><span style="text-align: justify;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIwy8r4CxCwmGioAbW9qYkKhWBivS0KzRcPkCXUL2TVVUaE1__PQ4nXspzI39bynWN_NF0VhCxD8UxfMV51KV-EbgAYn5wspD7J_9FeYexuzlPv7QgszC3VU2NkXxJZ1w0dsuttytteRJ4nYf5ctEwI98yKldBBs1brhF4ERRM-2ju4iTF6KmYx99sxJ0w/s2560/Batilo%20Ribera%20del%20Fresno%20Cartel.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2560" data-original-width="1830" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIwy8r4CxCwmGioAbW9qYkKhWBivS0KzRcPkCXUL2TVVUaE1__PQ4nXspzI39bynWN_NF0VhCxD8UxfMV51KV-EbgAYn5wspD7J_9FeYexuzlPv7QgszC3VU2NkXxJZ1w0dsuttytteRJ4nYf5ctEwI98yKldBBs1brhF4ERRM-2ju4iTF6KmYx99sxJ0w/s320/Batilo%20Ribera%20del%20Fresno%20Cartel.jpeg" width="229" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;">El pasado sábado 27 estuve por la mañana en Ribera del Fresno, el pueblo natal del poeta y magistrado Juan Meléndez Valdés (1754-1817), para asistir a la proyección en el Auditorio Municipal de la grabación de la única representación, por el momento, de la obra de teatro popular <i style="text-align: justify;">Batilo. El poeta de las luces,</i><span style="text-align: justify;"> una producción de la compañía Teatro del Agua y de la empresa +magín, que tuvo lugar el sábado 18 de noviembre de 2023, hace ya más de dos meses. Ya en casa, y con el propósito de escribir algo, una especie de crónica, sobre mi experiencia, pensé en la relación que se puede llegar a dar entre un objeto de estudio y sus circunstancias externas, alejadas muchas veces del hecho estrictamente literario o textual. Pensé en las horas de lectura y de escritura sobre la figura del magistrado poeta de Ribera, y cómo esa experiencia personal e íntima, en ocasiones pública en una clase o en una conferencia, puede convertirse en la razón principal de un encuentro con muchas personas que han llegado por otra vía que no es la del estudio —o que no es el mismo estudio— a una satisfacción parecida. En bastantes años —la primera vez fue en agosto de 1988—, casi todas las ocasiones en las que he estado en el lugar en el que nació Meléndez Valdés ha sido por eso, por ser la cuna de quien escribió lo que me ha interesado durante mucho tiempo; y resulta de gran complacencia congeniar con tantos otros que, simplemente, se fijan solo en que tu asunto de trabajo es un personaje histórico relacionado con el sitio al que vas. En todas esas ocasiones me he sentido conmovido; y han sido muchas: en 1998, en 2004, en 2018... Pero el sábado pasado fue algo especial, por la emotividad de comprobar la implicación de muchos en algo que uno siente de manera solo particular. La complicidad de decenas de personas del pueblo en una representación al aire libre, en la Plaza de la Iglesia, que puso a «Meléndez Valdés en el escenario de Ribera del Fresno», subtítulo del montaje dirigido por Francisco Blanco Aguado, también experimentado actor y productor de la compañía de Villafranca de los Barros Teatro del Agua. Hay tradición teatral en Ribera, y se notó en el entusiasmo y las ganas que pusieron todos los participantes en levantar un espectáculo tan digno en tan solo cinco semanas escasas, desde la escritura del texto (por José María Lama), con romance de ciego incluido, hasta los ensayos con más de veinte actores con papel, más de treinta figurantes, entre los que había una decena de niños y niñas, una bailarina, un guitarrista y un cantaor. La mayoría de ellos no tan avezados en el teatro aficionado como los de la asociación ribereña Batilo Teatro, que montaban en esos días una </span><i style="text-align: justify;">Yerma,</i><span style="text-align: justify;"> y que incluso algunos quizá pudieron participar en la conmemoración de los doscientos cincuenta años del nacimiento de Meléndez, en agosto de 2004, cuando se llevó a escena </span><i style="text-align: justify;">El último poema (Delirio de ausencia de Juan Meléndez Valdés),</i><span style="text-align: justify;"> un texto del dramaturgo Miguel Murillo escrito para la ocasión. Veinte años después, </span><i style="text-align: justify;">Batilo. El poeta de las luces</i><span style="text-align: justify;"> ha sido, por encima de todo, la representación de un tesón popular, un logro colectivo bien dirigido, y sostenido por un par de actores de más experiencia, Joaquín Hernández Morales (Meléndez) y Mª Carmen Báez (Memoria), con recursos muy bien resueltos, como la música en directo (Juan Carlos Sánchez canta un villancico, y a la guitarra Cándido Perera), como un rap que resume los hitos vitales del personaje y de la obra, y con una tarea de producción para la que personas como Rosana Pavo Gómez, bibliotecaria municipal, o Juan Francisco Llano, cronista y guía turístico,</span></span><span style="font-family: georgia; text-align: justify;"> y con papel en el elenco, se han entregado con una pasión que ha logrado una recreación histórica con un innegable valor, diré, pedagógico, por el reconocimiento del personaje incomprendido, por una cierta «reconciliación» de la opinión pública más cercana al personaje histórico, al que se le da la oportunidad de explicarse ante todos: «—Me han considerado un pusilánime y un hombre sin voluntad, sometido a cambios continuos…. Y no es cierto. Mi único norte fue eliminar de mi tierra la superstición, la mentira, la intolerancia, la calumnia, el egoísmo, la miseria… Y ahí sí fui obstinado y perseverante. […] Y me situé donde mejor pudiera impulsar las reformas, a pesar de no ser siempre el lugar más cómodo para la vida… Aunque acabara costándome la calumnia, la cárcel, la incautación de mis bienes, el destierro, la agresión o el exilio» —dice el personaje en la última escena ante la Memoria que pregunta a los espectadores: «—[…] ¿Debemos cambiar nuestra opinión sobre el ciudadano Meléndez Valdés, un ilustrado que colaboró en traer nuevas ideas, menos fanáticas, más tolerantes, más humanas, a nuestra España? ¿Debemos enorgullecernos de Juan, el hijo de Juan Antonio Meléndez, el del Estanco del Tabaco, y de Marí Ángeles Díaz, los de la calle Larga? ¿Debemos sentirnos honrados de ser las paisanas y los paisanos de un extremeño universal nacido en Ribera del Fresno, de Juan Meléndez Valdés, de Batilo, el poeta de las Luces?». Creo que la amonestación de la Memoria al final de la obra hizo efecto en los ribereños con los que compartimos el sábado una experiencia sobresaliente, que, además, culminó en una comida con quienes participaron en una representación popular que debería asentarse como homenaje instructivo y periódico de Ribera a su hijo ilustre.</span><span style="font-family: georgia;"> </span><div><p></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhb8YtLtyaGHVevUnU8sa3s21ECrQ1k1o3mPJRtBrl6cfjuSjiUKf_5d-mjVKQr-7U5Gl40U8vODD75L5XSIJKqK8D_z1JK2nS6iZLUodmSRH6y9olalkxbMihltaKMwbypCD1a5Euy_VnKSUw7XF8EjC_8T7zQEpK-urnd1f6RG0XmHyiaXk2FO3-HsxTh/s2572/Mele%CC%81ndez%20Ribera%20Escena.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1502" data-original-width="2572" height="117" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhb8YtLtyaGHVevUnU8sa3s21ECrQ1k1o3mPJRtBrl6cfjuSjiUKf_5d-mjVKQr-7U5Gl40U8vODD75L5XSIJKqK8D_z1JK2nS6iZLUodmSRH6y9olalkxbMihltaKMwbypCD1a5Euy_VnKSUw7XF8EjC_8T7zQEpK-urnd1f6RG0XmHyiaXk2FO3-HsxTh/w200-h117/Mele%CC%81ndez%20Ribera%20Escena.jpg" width="200" /></a></div><br /><span style="font-family: georgia;"><br /></span><p></p></div>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-32588462282304142272023-12-23T09:17:00.000-08:002023-12-23T09:17:00.068-08:00Sin pelos en la lengua<p><span style="font-family: georgia;"><span style="text-align: justify;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCBH_VPfJhp0aUbG-a_odfU_st-AgaUjmU7BwKJ2X0eI-LX2LBQlMttSCXymxoRPH8PXdyj2VvI_KM1noleVQG6HGEKBltKfRwUUsX8OWbnJ07qcu0eknDNmWnNKEKpER1er1hZQvkOeiXOilruUxMg0tC6UAOoTDoa3HhUS7CgCJUzzJdAVGTfNPJwiid/s2478/Sin%20pelos%20en%20la%20lengua.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1374" data-original-width="2478" height="177" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCBH_VPfJhp0aUbG-a_odfU_st-AgaUjmU7BwKJ2X0eI-LX2LBQlMttSCXymxoRPH8PXdyj2VvI_KM1noleVQG6HGEKBltKfRwUUsX8OWbnJ07qcu0eknDNmWnNKEKpER1er1hZQvkOeiXOilruUxMg0tC6UAOoTDoa3HhUS7CgCJUzzJdAVGTfNPJwiid/s320/Sin%20pelos%20en%20la%20lengua.jpg" width="320" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;">El lunes participé en uno de esos actos que ocupan un espacio de privilegio en mi currículum no normalizado. Tuve un encuentro con las alumnas y los alumnos del IES Rodríguez-Moñino en el CPR de Badajoz en la presentación del número 1 de la revista plurilingüe <i style="text-align: justify;">Sin pelos en la lengua. Without Mincing Words. Sans mâcher ses mots. Sem papas na lingua; </i><span style="text-align: justify;">así, en los cuatro idiomas. </span></span><span style="font-family: georgia; text-align: justify;">Es un proyecto didáctico encomiable que ha impulsado una antigua alumna, profesora de Lengua Castellana y Literatura, jefa de ese departamento, Nines (Ángela) Castro, con el apoyo de otros compañeros de los de Inglés (Josefa Acedo y Carlos Criado Vadillo), Francés (Cindy Flinois) y Portugués (Luis Leal Pinto), y la implicación de un buen número de alumnos de Bachillerato, alguno de 4.º de ESO e incluso una exalumna del «Moñino» (Mª Carmen Duarte Almeida) que hoy cursa primero de Filología Inglesa en mi Facultad. Me emociona el encuentro con un profesorado ya veterano en su centro —al que di clases—, con responsabilidades y con la vocación casi intacta que le lleva a emprender aventuras como la edición de esta revista en la que han escrito casi una cuarentena de alumnos en las cuatro lenguas que se imparten allí y sobre aspectos todos de carácter lingüístico. Son 47 colaboraciones, que, si no he contado mal, 19 son en español o sobre aspectos de la lengua española, 15 en inglés o sobre inglés (los de Pepi Acedo y Rocío Muñoz Perea son sobre anglicismos), 7 en portugués y 5 en francés (con el de Irene Gervasini sobre «Los falsos amigos»), a las que hay que sumar lo de Nines Castro («Más que amigas») que busca sus ejemplos en los cuatro idiomas. El recorrido políglota por sus páginas se hace especialmente grato y provechoso por tratar sobre errores lingüísticos (como </span><i style="font-family: georgia; text-align: justify;">a grosso modo</i><span style="font-family: georgia; text-align: justify;"> en el artículo de Pilar Santa-Cruz Peromarta), o usos poco recomendables (como las muletillas de «¿Me entiendes o no me entiendes?», de Mª Dolores Gómez Torres y de las que también habla Clara Ordóñez), aspectos culturales («A Women's Thing», de Candela de Mariano), el significado de expresiones o de palabras (como en «Virar a casaca», de Yasmín Fuentes, Hugo Núñez y Jesús Ortiz; en «Comme dans un moulin», de Mario Barba; en «Uma origen de lenda», de Celia Ramos e Ethan Torres; en «Llueve sobre mojado», de Daniel Pérez-Cortés González; de «Mitin or meeting» de Isabel Martín García, o el de Marta Barragán), o su origen (como en la palabra </span><i style="font-family: georgia; text-align: justify;">rebeca</i><span style="font-family: georgia; text-align: justify;"> de la colaboración de Jorge Giménez González; en «Ficar a ver navios», de Carmen Tamayo y Natalia Tardío; en «De pe a pa», de Victoria Pérez Paredes; o «¿Quiénes son fulano y mengano?», de Carlos Cruz Vaquerizo); o de curiosidades y matices que siempre conviene conocer (y pasa en la colaboración de Noelia Díaz Bayón sobre el acento del dialecto Mancuniano o con «les vaches espagnoles» de Esmeralda Miranda). A estas menciones sumo las de quienes subieron al estrado del repleto salón de actos del CPR para resumir sus contribuciones, cada uno en la lengua en la que las escribieron: Lucía Calamonte («Detecting the Detective»), Félix Orejón, que habló de uno de sus dos artículos («Dejà vu»), emparentado con el de Carmen Tato Castro («Vivre deux fois»), Rocío Sanguino sobre el trabajo que proviene del </span><i style="font-family: georgia; text-align: justify;">tripalium</i><span style="font-family: georgia; text-align: justify;"> latino («Una tortura necesaria»), y Daniel Martín y Pablo Montero Vera («Ir para o maneta»). Fue un acto multitudinario en el que participaron un buen número de chavales y chavalas que </span><i style="font-family: georgia; text-align: justify;">representaron</i><span style="font-family: georgia; text-align: justify;"> con su intervención o su asistencia las páginas escritas. «Humor entre cortinas», sobre el uso del lenguaje con propósito humorístico, de Pilar Castell Méndez; «Saudade», como «símbolo da lingua portuguesa», de Íñigo García Ganivet; «¿Hay algo más español que el famoso </span><i style="font-family: georgia; text-align: justify;">olé</i><span style="font-family: georgia; text-align: justify;">?», de Celia Pulido Matador; «O Killed», de Rocío Muñoz Perea; «Sandwich», de Irene Regidor; o «Hablemos mano a mano», de Inés Navarro Delgado, son otras de las colaboraciones de una revista que expresa su intención en esa locución en cuatro idiomas, y no traducidos; pues todos pretenden tener el mismo rango —a pesar de que el título principal por el tamaño de letra sea el primero, por ser española la sede editorial de un instituto de enseñanza en este territorio. Se refuerza así la idea multilingüe que quiere trasmitir y que es uno de los signos distintivos más poderosos de la enseñanza secundaria de nuestra era, en un valor y empeño que está muy bien expresado de manera genérica en el artículo de Rosa Palomar «El poder de las palabras y por qué hablar más de un idioma». Con Marta Hernández y Adriana Martínez, que firman dos artículos porque escriben en español y en inglés, con Juan Carlos Luengo, que trata la palabra </span><i style="font-family: georgia; text-align: justify;">cachivache</i><span style="font-family: georgia; text-align: justify;">, y Miguel García Montesinos que escribe sobre gentilicios y Daniel Martínez Izquierdo sobre dobletes, y no solo españoles, cierro esta relación desordenada —y espero que completa— del contenido de este primer número de una revista plural a la que deseo continuidad, pues cuenta con la materia inagotable de la lengua y el plantel fecundo de los colaboradores de la </span><i style="font-family: georgia; text-align: justify;">casa</i><span style="font-family: georgia; text-align: justify;">.</span><p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-29957718267369887912023-12-13T04:13:00.000-08:002023-12-13T04:13:46.533-08:00La poesía de Moratín<p><span style="font-family: georgia;"><span style="text-align: justify;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaNF6sHcJp-kcKpDBW4WgMivyI8qACqK6girJnWVmDADqNaEULJaKYSnygYPH7aqd_-z91qB1z9F3xHPNwva0EnQrA84TRmV0X-WLXRCHzdY5oMSs2VJrTzfG0lguLOZ62V4-06LAbLhSQIiBYhJQswzNnh75p5xMYqesi1xgEaOT-A7P57NrL91fmcQA8/s1637/Leandro%20F.%20Morati%CC%81n%20Poesi%CC%81as.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1637" data-original-width="1000" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaNF6sHcJp-kcKpDBW4WgMivyI8qACqK6girJnWVmDADqNaEULJaKYSnygYPH7aqd_-z91qB1z9F3xHPNwva0EnQrA84TRmV0X-WLXRCHzdY5oMSs2VJrTzfG0lguLOZ62V4-06LAbLhSQIiBYhJQswzNnh75p5xMYqesi1xgEaOT-A7P57NrL91fmcQA8/s320/Leandro%20F.%20Morati%CC%81n%20Poesi%CC%81as.jpeg" width="195" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;">Una de las lecturas <i style="text-align: justify;">profesionales </i><span style="text-align: justify;">más provechosas que he hecho desde este pasado mes de junio ha sido la de esta edición: Leandro Fernández de Moratín </span><i style="text-align: justify;">Poesías.</i><span style="text-align: justify;"> Edición de Jesús Pérez-Magallón. Madrid, Ediciones Cátedra (Letras Hispánicas, 883), 2023. Significa mucho para mí porque es una aportación de calado al estado de los estudios de un período y un género, de un autor y una estética que ocupan buena parte de mis intereses docentes y de investigación; y supera lo que se espera de una edición de la poesía </span><i style="text-align: justify;">casi</i><span style="text-align: justify;"> completa de un escritor como Moratín el Joven. Conocía la gran edición, también de Jesús Pérez Magallón, de las </span><i style="text-align: justify;">Poesías completas (Poesías sueltas y otros poemas) </i><span style="text-align: justify;">(Barcelona, Sirmio. Quaderns Crema, 1995) y lo relativo a su lírica en los dos imponentes volúmenes de </span><i style="text-align: justify;">Los Moratines</i><span style="text-align: justify;"> (Ediciones Cátedra. Col. Avrea, 2008), y también en el capítulo correspondiente de su libro </span><i style="text-align: justify;">Soñando caminos: Moratín y la nación imaginada</i><span style="text-align: justify;"> (Madrid, Calambur Editorial, 2019); pero esos precedentes no quitan valor ni oportunidad a esta importante nueva edición. Después de los trabajos brillantes de René Andioc, ha sido Pérez Magallón quien más y mejor ha estudiado la vida y las obras de Leandro Fernández de Moratín, y coincide la aparición de esta edición con la culminación brillante de su trayectoria académica en la Universidad de McGill (Montreal), en donde fue director de la prestigiosa </span><i style="text-align: justify;">Revista Canadiense de Estudios Hispánicos.</i><span style="text-align: justify;"> Moratín fue editor de sí mismo en su verso lírico con la edición de las </span><i style="text-align: justify;">Obras dramáticas y líricas</i><span style="text-align: justify;"> de 1825, en cuyo tomo tercero incluyó lo que llamó «Poesías sueltas», setenta y siete poemas que representan en su ordenación su biografía literaria, que parte de su nacimiento como poeta (soneto «A D. Juan Bautista Conti») hasta llegar a su muerte simbólica con la excelsa elegía «A las musas». Con buen criterio, Jesús Pérez Magallón mantiene esa «coherencia y lógica internas» (pág. 120) de lo dado en 1825 en vida del autor en su exilio francés, mal de salud, y tres años mal contados antes de su muerte; a lo que añade «... Y otros poemas», treinta y tres textos, publicados e inéditos, descartados por el poeta para conformar sus «sueltas», y alguno como mero boceto que se publica por primera vez de lo que sería «A las musas», que, insisto, es uno de los poemas más extraordinarios salidos de la pluma de Moratín hijo. La prolijidad de esta edición puede abrumar al lector solo interesado en conocer los poemas de don Leandro, en una lectura por puro curioseo; pero es lo que la convierte en un estudio tan acabado sobre los caracteres de la lírica dieciochesca del último tercio del siglo y de las dos primeras décadas del XIX, y en un acervo de referencias literarias, históricas y culturales para contextualizar la obra del autor, una obra de mucho provecho para el estudioso. Entre sus rasgos, las cifras de 1698 notas que ocupan ciento cincuenta páginas del final del volumen y 200 páginas de introducción crítica incluyendo la extensa bibliografía citada. Esta introducción se divide en cuatro grandes secciones: «Vivir, tal vez soñar, morir» es el recuento biográfico. «Clasicismo contra nuevo culteranismo: acalófilos y galo-salmantinos» es un interesantísimo acercamiento a la polémica entre moratinistas y los llamados quintanistas. «Una manera clásica de entender la poesía» es un análisis de la poética moratiniana. Y «Variaciones sobre el tema clasicista: un modelo neoclásico» es la caracterización por temas de la lírica de Moratín. La solvencia de este editor tiene muchas muestras de comprobación; y citaré solo cómo Pérez Magallón nunca dio crédito —por no descansar «sobre bases sólidas, sino más bien sobre impresiones poco fiables» (pág. 194)— a la atribución a Moratín de las </span><i style="text-align: justify;">Fábulas futrosóficas,</i><span style="text-align: justify;"> que, obviamente, no se recogen y a las que dedica una iluminadora nota al pie (3) —solo hay tres en toda la introducción— para confirmar lo que más recientemente ha demostrado Philip Deacon —a pesar del exquisito celo de la interrogación del título— en su artículo «Las </span><i style="text-align: justify;">Fábulas futrosóficas</i><span style="text-align: justify;"> de 1821, ¿son de Bartolomé José Gallardo?» (</span><i style="text-align: justify;">Dieciocho</i><span style="text-align: justify;">, 46.1, primavera de 2023). Ediciones como la de estas </span><i style="text-align: justify;">Poesías</i><span style="text-align: justify;"> son un modo excelente de restauración de la maltrecha opinión que sobre la poesía del siglo XVIII tienen los que no se han detenido en ella, o lo han hecho prejuiciosos por la repetición de los mismos lugares comunes y la presentación de textos de esa manera poco cuidada que se impugna con lo que nos regala Jesús Pérez Magallón en Letras Hispánicas.</span></span><p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-47596628874621924662023-11-25T10:09:00.000-08:002023-11-25T10:09:17.681-08:00Obdulia<p><span style="font-family: georgia;"><span style="text-align: justify;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIL162BMuA66xrP3-uXW7BPhACZ9MNxgq8V0ilM40MaLlf9YgPU3g2JlrmsnxXKZcSPDmtsrMNxNyXct1SS2fvR3oCrE6VrMzPPVIzqr15Q904KQ3xmck7VmyPgPe1I5tMZBPmflQVu_cXhx821BCtdsrWq8j4udbQOJZRutgiI1CU2q4uWCdIuMkYDcBz/s791/La%20Regenta%20Cubierta.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="791" data-original-width="545" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIL162BMuA66xrP3-uXW7BPhACZ9MNxgq8V0ilM40MaLlf9YgPU3g2JlrmsnxXKZcSPDmtsrMNxNyXct1SS2fvR3oCrE6VrMzPPVIzqr15Q904KQ3xmck7VmyPgPe1I5tMZBPmflQVu_cXhx821BCtdsrWq8j4udbQOJZRutgiI1CU2q4uWCdIuMkYDcBz/s320/La%20Regenta%20Cubierta.jpeg" width="220" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;">Galdós la llamó en su prólogo a <i style="text-align: justify;">La Regenta </i><span style="text-align: justify;">«tipo feliz de la beatería bullanguera, que acude a las iglesias con chillonas elegancias, descotada hasta en sus devociones, perturbadora del personal religioso». Clarín, la primera vez que la hace aparecer en la novela, dice de ella —«toda Vetusta lo sabía»— que era «una mujer despreocupada»; y yo, sugestionado, sé identificar perfectamente a Obdulia Fandiño, la viuda de Pomares, al escuchar sus carcajadas. Esto es lo que pasa cuando uno se mete tan de lleno en su trabajo. Sí, tiene uno el privilegio de ganarse la vida así. Por ejemplo, contar en público —la clase— lo vivido a solas, que puede ser por una lectura optativa u otra necesaria para preparar un </span><i style="text-align: justify;">tema.</i><span style="text-align: justify;"> Compartir con un grupo de estudiantes de literatura lo que tanto deseé hacer meses, días u horas atrás leyendo a solas. Quizá uno escribe un artículo de investigación o una reseña también por eso, por la necesidad de decir algo propio, nuevo, sobre lo que todo el mundo ve. Y uno quiere creer que a veces sirve. El caso es que las circunstancias me han permitido dar unas clases que no son mías en una asignatura que di hace años y que incluye el análisis de una joya como </span><i style="text-align: justify;">La Regenta,</i><span style="text-align: justify;"> que me brinda la oportunidad de demorarme en los procedimientos narrativos utilizados por el autor para </span><i style="text-align: justify;">mover</i><span style="text-align: justify;"> a un personaje como Obdulia —no digamos ya la inmensidad de otros como Ana, el Magistral o, claro, el acólito Celedonio—, o lo que es lo mismo, de disfrutar como un niño </span><i style="text-align: justify;">explicando</i><span style="text-align: justify;"> la novela o permitiéndome digresiones sobre cómo fue recibida con el entusiasmo de Emilia Pardo Bazán o con el punzante desprecio del P. Blanco García. Lo de doña Emilia fue literal, pues escribió a su «distinguido» Alas para que le mandase a París (Rue Richelieu, 80) un ejemplar del primer tomo, que leyó fascinada en abril de 1885, y tuvo que esperar hasta principios de julio para fingir sentirse indispuesta con jaqueca, meterse en la cama y disfrutar con la continuación de la historia de ese «tipo femenino de </span><i style="text-align: justify;">equilibrio inestable</i><span style="text-align: justify;">» que es Ana Ozores. Así, más o menos, lo conté ayer; y noté ese brillo de interés en el aula que te salva una clase. Para compensar, no sé si merece la pena repetir la alusión al padre Francisco Blanco García, que en </span><i style="text-align: justify;">La literatura española del siglo XIX</i><span style="text-align: justify;"> (1891) despachó en cinco líneas la novela, que llamó «disforme relato de dos mortales tomos», y arremetió contra los escritores naturalistas de este modo: «Renuncio a prolongar esta reseña con los nombres, poco y en mala parte conocidos, de varios escribidores que han hallado en el naturalismo un medio para salir de la obscuridad, vertiendo a granel las contadas especies que caben en sus empobrecidos y anémicos cerebros, lanzando a la voracidad lujuriosa de algunos lectores los hediondos comistrajos, las hirvientes gusaneras con que se sacian, para irritarse de nuevo, los estímulos de la sensualidad. No a la crítica literaria, sino a la policía, toca habérselas con los productos nocivos del contrabando novelesco» (2ª ed., 1903, pág. 554). Nunca tiene uno tantas ganas de que se tome nota; pero, sobre todo, de que se lea con la misma fruición que la autora de </span><i style="text-align: justify;">Los Pazos de Ulloa</i><span style="text-align: justify;"> una obra tan sobresaliente y que, por fortuna, sigue figurando en nuestros planes de estudios. El próximo día volveré con más ganas a recomendar su lectura, y, vista la construcción general del relato, por ejemplo, abordar cómo y por qué resuelve el autor algunos capítulos con los cabos sueltos que retomará con maestría más adelante. Por el momento, me quedo con Obdulia en el final del capítulo VII, mostrando un pollo pelado que palpitaba a punto de </span><i style="text-align: justify;">jincar</i><span style="text-align: justify;"> el poleo. Propuestas de interpretación y trabajo gustoso.</span></span><p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-91444795779122163342023-11-04T13:17:00.000-07:002023-11-04T13:17:11.771-07:00Tan solos los muertos<p><span style="font-family: georgia;"><span style="text-align: justify;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhupRWt3Vw4i5_fZOghMaxXmlrjRRyfRX2hnPL4N73-AqcSFTkqlhFqH1aSu9-U9e7kZYqWPaFygJgCcBP_OFpoeUjKaDKvF-YZddpvnpMrCqgcLiqBkk8ycqEvRGmo2jqVZWk1cqtVGHRq0_tKMDRoPrf5OJnU6ov_Xu46i73OqFlvufYDtZgPn31dwmnO/s1000/Tan-solos-los-muertos-de-Becquer-y-Roger-Olmos.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1000" data-original-width="800" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhupRWt3Vw4i5_fZOghMaxXmlrjRRyfRX2hnPL4N73-AqcSFTkqlhFqH1aSu9-U9e7kZYqWPaFygJgCcBP_OFpoeUjKaDKvF-YZddpvnpMrCqgcLiqBkk8ycqEvRGmo2jqVZWk1cqtVGHRq0_tKMDRoPrf5OJnU6ov_Xu46i73OqFlvufYDtZgPn31dwmnO/s320/Tan-solos-los-muertos-de-Becquer-y-Roger-Olmos.jpg" width="256" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;">Por segunda vez, y ahora en torno a fechas tan señaladas como los días de Todos los Santos y de Difuntos, la editorial vallisoletana Deméter presenta en Extremadura una de sus novedades, esta edición del texto de Gustavo Adolfo Bécquer <i style="text-align: justify;">Tan solos los muertos.</i><span style="text-align: justify;"> Ilustrado por Roger Olmos (Valladolid, <a href="https://editorialdemeter.es/" target="_blank">Editorial Deméter</a>, 2023). La conocida rima LXXIII —la 71 en el </span><i style="text-align: justify;">Libro de los gorriones</i><span style="text-align: justify;">— como ejemplo clásico de recreación de lo fúnebre, seña de identidad de este singular sello editor. Será el viernes 10 de noviembre, dentro de las VIII Jornadas Góticas de Cáceres que organizan conjuntamente las asociaciones Norbanova y Letras Cascabeleras, y cuyo programa puede verse <a href="https://www.norbanova.es/2023/10/anunciamos-la-programacion-de-las-viii.html" target="_blank">aquí</a>. La rima conocida por su estribillo «¡Dios mío, qué solos / se quedan los muertos!» ha sido una de las que ha ocupado más espacio a la crítica sobre la obra poética de Bécquer. Por un lado, por su historia textual, en la que destaca un manuscrito que ha sido editado modernamente, y como más reciente, una edición facsimilar que publicó su propietario Enrique Toral al cuidado de una especialista como Marta Palenque (Editorial de la Universidad de Sevilla, 2020). Por su contenido, ha propiciado algunas de las lecturas que alimentan la leyenda becqueriana y se afanan en encontrar correspondencias en sus versos con la vida del poeta, o, simplemente, ha generado lecturas muy razonables que han tenido en cuenta unos precedentes literarios tan cercanos al autor como el </span><i style="text-align: justify;">Diablo Mundo</i><span style="text-align: justify;"> de Espronceda, <a href="https://malama.blogspot.com/2023/03/canto-teresa.html" target="_blank">precisamente</a>. Lo funeral de la rima LXXIII tiene en Bécquer el contrapunto cómico-macabro de los dibujos que el poeta hizo en el álbum de Julia Espín bajo el título de </span><i style="text-align: justify;">Les morts pour rire,</i><span style="text-align: justify;"> que nos ofrecen esos «muertos de risa» que juegan al tenis, hacen esgrima atravesándose la osamenta o fuman en pipa, y que editara y estudiara brillantemente Jesús Rubio Jiménez en su revista </span><i style="text-align: justify;">El Gnomo</i><span style="text-align: justify;"> en 1997 y luego en su reconocido libro </span><i style="text-align: justify;">Pintura y literatura en Gustavo Adolfo Bécquer</i><span style="text-align: justify;"> (Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 2006); y que pueden verse en la prodigiosa Biblioteca Digital Hispánica de la Biblioteca Nacional de España. Qué interesantísima conciencia sobre la muerte la de Bécquer que ahora me recuerda esta esmerada edición de </span><i style="text-align: justify;">Tan solos los muertos,</i><span style="text-align: justify;"> como otra materialidad por mano ajena —la del ilustrador barcelonés Roger Omos— de la coexistencia artística y vital de escritura y dibujo en el gran poeta de las </span><i style="text-align: justify;">Rimas</i><span style="text-align: justify;">.</span> </span><p></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikLsaONIpn7nMmuTEznoNfzAPZ3gwQwXXZ-qtyGOyU8VDVHSeL6Ctg8A__J5lJlez1sQjGbfTg506qbPSpPf3gry1Nvtu-Q2q1CmmOohpCgG4CAW_GncGIMGa9z2vRJAeBbTv6UtBFqDcd6cLvu4mWmNsOneM6Y9-zS3n9ji_kRLB6oN64xCTQmgmNZJMM/s1230/Dibujos%20Be%CC%81cquer%20Muertos%20de%20risa.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="874" data-original-width="1230" height="142" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikLsaONIpn7nMmuTEznoNfzAPZ3gwQwXXZ-qtyGOyU8VDVHSeL6Ctg8A__J5lJlez1sQjGbfTg506qbPSpPf3gry1Nvtu-Q2q1CmmOohpCgG4CAW_GncGIMGa9z2vRJAeBbTv6UtBFqDcd6cLvu4mWmNsOneM6Y9-zS3n9ji_kRLB6oN64xCTQmgmNZJMM/w200-h142/Dibujos%20Be%CC%81cquer%20Muertos%20de%20risa.jpg" width="200" /></a></div><br /><span style="font-family: georgia;"><br /></span><p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-35304299256250248662023-10-19T09:50:00.000-07:002023-10-19T09:50:07.775-07:00Mujeres sobre Elena Garro<p><span style="font-family: georgia;"><span style="text-align: justify;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiuOzRSq7Ypz_U0nKo42GIInXWOkIcnYRNWp5f4DZ9D_fuIUQnHOvoikR8urvyofbNjZ_mdMy6ZIGqiOVBa7J18o9nT5b2hhqFBf0WsP5B69nBS6y0pNpkMDZwJvgI1CIOM5cJF3scLDf_gzfopb28cxN_kSk92dzLKiqSve8bJzhLazGFeGvyDhkZmY2ce/s522/Los%20recuerdos%20del%20porvenir.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="522" data-original-width="331" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiuOzRSq7Ypz_U0nKo42GIInXWOkIcnYRNWp5f4DZ9D_fuIUQnHOvoikR8urvyofbNjZ_mdMy6ZIGqiOVBa7J18o9nT5b2hhqFBf0WsP5B69nBS6y0pNpkMDZwJvgI1CIOM5cJF3scLDf_gzfopb28cxN_kSk92dzLKiqSve8bJzhLazGFeGvyDhkZmY2ce/s320/Los%20recuerdos%20del%20porvenir.jpg" width="203" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;">Tomo notas para unas clases futuras en las que quiero trabajar sobre la narrativa de Elena Garro (México, 1916-1998) y he leído las miradas de cinco escritoras en la edición de Alfaguara de 2019 de <i style="text-align: justify;">Los recuerdos del porvenir,</i><span style="text-align: justify;"> la novela principal de la autora mexicana que voy a programar en el curso</span><i style="text-align: justify;">.</i><span style="text-align: justify;"> El pasado tuve la experiencia de vivir la fascinación por Elena Garro demostrada en la elaboración de un trabajo de fin de grado de Adriana Sánchez Vaquero que mereció la máxima calificación, centrado en ese caso en el eco de la escritora en España, y, principalmente, en su faceta de poeta, pues ha sido una editorial española —extremeña para más señas— la que más ganas ha puesto y está poniendo en dar a conocer su obra poética completa: </span><i style="text-align: justify;">Cristales de tiempo. Poemas de Elena Garro.</i><span style="text-align: justify;"> Edición, estudio preliminar y notas de Patricia Rosas Lopátegui. Galisteo (Cáceres), La Moderna, 2018. Es una edición hecha sobre la que se publicó en la Universidad Autónoma de Nuevo León en enero de 2016, para celebrar el centenario del nacimiento de la escritora. Lo cierto es que quien quiera leer en España su poesía tiene felizmente a su disposición esta edición promovida por David Matías y Lidia Gómez en La Moderna. En lo que ando ahora es en </span><i style="text-align: justify;">Los recuerdos del porvenir,</i><span style="text-align: justify;"> la obra que, junto con los cuentos, ha tenido más recorrido editorial en España, y una de las que mejor representa la postergación de la autora y de su literatura en relación con la presencia y la pujanza de los escritores contemporáneos de su entorno mexicano, desde Juan Rulfo o Carlos Fuentes, hasta el que fue su marido, Octavio Paz. «Se la ha considerado una ‘precursora’ del realismo mágico, del mismo modo que a Juan Rulfo aunque a ella se le ignoró por décadas» (pág. 317), dice Gabriela Cabezón Cámara. Esta escritora argentina es la encargada de abrir el apéndice —«Más allá de Ixtepec»— que se incluye en la edición citada de </span><i style="text-align: justify;">Los recuerdos del porvenir</i><span style="text-align: justify;">;</span><i style="text-align: justify;"> </i><span style="text-align: justify;">«una gran aventura para leer y releer» (pág. 323), según la chilena Isabel Mellado, la violinista autora de </span><i style="text-align: justify;">Vibrato</i><span style="text-align: justify;"> (Alfaguara, 2018). Muy oportunamente, la española Lara Moreno escribe sobre «Las mujeres de Ixtepec», pero también sobre el narrador y sobre el espacio de este libro «hermoso, suave y duro como un paisaje olvidado» (pág. 332). Completan estas miradas sobre Elena Garro dos autoras de la misma edad, la mexicana Guadalupe Nettel y la colombiana Carolina Sanín. La primera es una de las más firmes en protestar por determinadas circunstancias de subestimación y en reivindicar el lugar que merece la literatura de Garro y un título como </span><i style="text-align: justify;">Los recuerdos del porvenir,</i><span style="text-align: justify;"> «la mejor novela mexicana escrita en el siglo XX» (pág. 340); y Sanín destacará de nuevo la evidencia de lo femenino y de una noción de lugar en ese relato en su texto «La piedra aparente», que retoma la primera frase de todo: «Aquí estoy, sentado sobre esta piedra aparente» (pág. 15). Es un buen coro de voces para envolver </span><i style="text-align: justify;">Los recuerdos del porvenir,</i><span style="text-align: justify;"> un coro sobre el que ya llamó la atención otra mujer, <a href="https://elpais.com/cultura/2020/02/07/babelia/1581074657_676059.html" target="_blank">Berna González Harbour</a>, en el diario </span><i style="text-align: justify;">El País,</i><span style="text-align: justify;"> en donde Javier Rodríguez Marcos publicó una ocurrente columna —<a href="https://elpais.com/cultura/2016/12/06/actualidad/1481050493_702291.html" target="_blank">«Las fajas las carga el diablo»</a>— sobre la metedura de pata de una editorial española en la promoción de la reedición de la novela </span><i style="text-align: justify;">Reencuentro de personajes</i><span style="text-align: justify;"> (2016), de Elena Garro: «Mujer de Octavio Paz, amante de Bioy Casares, inspiradora de García Márquez y admirada por Borges». ¡Ay!</span></span><p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-83115533946594155362023-10-09T09:11:00.002-07:002023-10-09T09:11:38.398-07:00Mi tía Carolina Coronado<p><span style="font-family: georgia;"><span style="text-align: justify;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWkI49kkUb0-ajpsa37TEm8_5XYG9o6u2ewGi6uSgiAR99_s-9-jshKvxTUFys90nkPoO91ijc23R25rDoF5Ey_pVln1qOVhyphenhyphenAGYd-r1XendxCPgOUQj4Oa_GhDv6Hu-9QfttyL9oBG8abUPTy9X5JbbG7hxCyICsVE3Q3b9O6BDGNdUp9XFQvU12IJCeQ/s1200/Mi%20ti%CC%81a%20Carolina%20Coronado.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1200" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWkI49kkUb0-ajpsa37TEm8_5XYG9o6u2ewGi6uSgiAR99_s-9-jshKvxTUFys90nkPoO91ijc23R25rDoF5Ey_pVln1qOVhyphenhyphenAGYd-r1XendxCPgOUQj4Oa_GhDv6Hu-9QfttyL9oBG8abUPTy9X5JbbG7hxCyICsVE3Q3b9O6BDGNdUp9XFQvU12IJCeQ/w320-h320/Mi%20ti%CC%81a%20Carolina%20Coronado.jpeg" width="320" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;">Ayer pasé en coche por las traseras de las casetas de la XXXIII Feria de Otoño del Libro Viejo y Antiguo de Madrid que está en el Paseo de Recoletos, y las pocas horas que estuve en la capital no me dieron para echar un vistazo con tranquilidad y pescar alguna pieza apetente. Pero allí estaba mi hermano Josemari, a quien recogí en la Plaza de las Cortes, con este regalo espléndido que me compró en la feria: la primera edición de <i style="text-align: justify;">Mi tía Carolina Coronado,</i><span style="text-align: justify;"> de Ramón Gómez de la Serna (Buenos Aires, Emecé Editores, 1942), un ejemplar excelente, encuadernado en holandesa con lomo en trapecio y que conserva las cubiertas originales. No recuerdo así la obra, y sí, probablemente, en las biografías completas; y está claro que cuando uno pasa por los libros con otro propósito no repara en lo que luego le interesará por otros motivos. Por ejemplo, que Ramón dedicó unas cuarenta páginas, antes de empezar con el «Nacimiento y primeros años de Carolina Coronado», al romanticismo, al «primer romántico de España, Cadalso el desenterrador», al «segundo romántico» —Larra— y a Espronceda. Y que en el novelesco capitulillo sobre el autor de las </span><i style="text-align: justify;">Noches lúgubres</i><span style="text-align: justify;"> edita dos de sus poemas («Injuria el poeta al amor» y «Retráctase el poeta de las injurias que dijo al amor en el mismo metro»), como modelos de su «estro oscilante entre el creer y no creer» y de «su inquietud romántica» (pág. 34). Me gusta tener este libro como una pieza histórica sobre una autora que solo desde los últimos veinte años del pasado siglo ha sido bien estudiada y bien editada, como una recreación de una «silueta rica en tirabuzones» (pág. 57), que puso el acento más en la novelización de los detalles de </span><i style="text-align: justify;">vida</i><span style="text-align: justify;"> y de </span><i style="text-align: justify;">dulzura</i><span style="text-align: justify;"> que en el rigor documental. Me gusta leer esa imagen que Ramón escribe de la hermana de su abuela materna, aunque, en términos de rigor histórico y para compensar fabulaciones, me tranquiliza hacerlo con un antídoto cerca, este otro libro que me ocupa desde que me lo traje de Almendralejo el 7 de julio, cuando se presentó. Es el monumental estudio biográfico —y más— de Carmen Fernández-Daza Álvarez e Isabel María Pérez González</span><i style="text-align: justify;"> Carolina Coronado, un siglo en rotación</i><span style="text-align: justify;"> (Editora Regional de Extremadura, 2023), de casi novecientas cincuenta páginas. Aparte de sus muchos valores y aportaciones como trabajo de investigación y biografía principal y definitiva de la escritora, es una obra muy especial por su condición de alianza de dos afanes admirables. Es una obra de una doble autoría que es la unión de dos vidas dedicadas al estudio de la de Carolina Coronado, la unión de las dos biógrafas que más han aportado en trabajos muy citados como </span><i style="text-align: justify;">Carolina Coronado. Del Romanticismo a la crisis de fin de siglo </i><span style="text-align: justify;">(1999) —y antes su biografía </span><i style="text-align: justify;">Carolina Coronado. Etopeya de una mujer</i><span style="text-align: justify;"> (1986)—, de Isabel Mª Pérez González; y </span><i style="text-align: justify;">La familia de Carolina Coronado. Los primeros años en la vida de una escritora</i><span style="text-align: justify;"> (2011), de Carmen Fernández-Daza. Es tal la voluntad de sumar estos dos capitales intelectuales reunidos durante tantos años, y tal la complicidad, que en los veinte capítulos que conforman el libro y que firman individualmente Carmen —nueve— e Isabel —once— promueven un original </span><i style="text-align: justify;">diálogo</i><span style="text-align: justify;"> entre ambas con los exergos de todos y cada uno de ellos, de tal manera que todos los redactados por Carmen Fernández-Daza se encabezan con citas del libro principal de Isabel Pérez, y los de ésta van encabezados por otras de </span><i style="text-align: justify;">La familia de Carolina Coronado,</i><span style="text-align: justify;"> de Fernández-Daza. El conjunto es portentoso, y un comentario bien elaborado sobre sus virtudes precisaría de no pocas páginas para hacerle justicia. Ya que todo ha comenzado en </span><i style="text-align: justify;">Mi tía Carolina Coronado,</i><span style="text-align: justify;"> añadiré lo que Carmen Fernández-Daza dice sobre el librito de Ramón para renegar «de la licencia de imaginar, que es don del novelista» (pág. 49) y hacer una contundente demostración de honestidad intelectual sobre su propia investigación: «Se trata de una reescritura del personaje femenino que nace del goce de solo presentir, de la ‘veraz’ imaginación de la intimidad, en todo ese universo que puebla la superhistoria del novelista. Ya en el prólogo del libro se nos sugieren la reivindicación de la fantasía y la lucubración del género biográfico que, lejos del rigor histórico, alientan en general a los personajes redivivos de Gómez de la Serna» (págs. 48-49). Contra esto, la mejor vacuna es la lectura de un estudio tan incontestable y honesto como </span><i style="text-align: justify;">Carolina Coronado, un siglo en rotación.</i><span class="Apple-converted-space" style="text-align: justify;"> </span></span><p></p><p><span style="font-family: georgia;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxNYvg-hv1S7BHele81VfW4_l9-QidFzktFg7A1MsQf4KEGpYhqwKPJtPzEzSy7JXQyNQ6v1bsmmD5iYRlNBDeT7I4_EZHDzY9WkXhvlwxkzNNE1Z6G7gXLXCU64tu3KJ06_TNCFjeVYX9i67pDGhNAnfqllHfupTu4-L1H29a5F4GTbmGHmcBpJjIKYLD/s684/Carolina%20Coronado,%20un%20siglo%20en%20rotacio%CC%81n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="684" data-original-width="498" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxNYvg-hv1S7BHele81VfW4_l9-QidFzktFg7A1MsQf4KEGpYhqwKPJtPzEzSy7JXQyNQ6v1bsmmD5iYRlNBDeT7I4_EZHDzY9WkXhvlwxkzNNE1Z6G7gXLXCU64tu3KJ06_TNCFjeVYX9i67pDGhNAnfqllHfupTu4-L1H29a5F4GTbmGHmcBpJjIKYLD/s320/Carolina%20Coronado,%20un%20siglo%20en%20rotacio%CC%81n.jpg" width="233" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;"><br /><span class="Apple-converted-space" style="text-align: justify;"><br /></span></span><p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-88765779423754274202023-07-28T07:44:00.002-07:002023-07-28T07:54:26.633-07:00Otro curso<p style="text-align: left;"><span style="font-family: georgia; font-size: xx-small;"><span style="text-align: justify;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia; font-size: xx-small;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8_RZkYM46KNpS8iIYdlddHK740NN0aw8qUkWKMjT3LM_pHNavmDP1RG_8qpV2BUDe2cF_Kb8uYDimb08fBtfplLcxT9TxO6IevuQU8UnyKrjT1M2WL01k3iYaIltWGXzarSPvDF6jPXXbnBdwlERbb2yhfHp63sgSWD1rFkrIdHfL9_9oP2ZC95m_BiVP/s2628/Andre%CC%81%20Kerte%CC%81sz,%201926.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2628" data-original-width="1960" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8_RZkYM46KNpS8iIYdlddHK740NN0aw8qUkWKMjT3LM_pHNavmDP1RG_8qpV2BUDe2cF_Kb8uYDimb08fBtfplLcxT9TxO6IevuQU8UnyKrjT1M2WL01k3iYaIltWGXzarSPvDF6jPXXbnBdwlERbb2yhfHp63sgSWD1rFkrIdHfL9_9oP2ZC95m_BiVP/s320/Andre%CC%81%20Kerte%CC%81sz,%201926.jpeg" width="239" /></a></span></div><span style="font-family: georgia; font-size: xx-small;"><br /><div style="text-align: center;">André Kertész © París, 1926</div></span><p></p><p style="text-align: left;"><span style="font-family: georgia; text-align: justify;">Hubo elecciones a Rector y un Campeonato Mundial de Fútbol en invierno más disputado que la consulta universitaria. Alguien soñó que un chico se quedó encerrado en los servicios de la entreplanta en una de las jornadas de puertas abiertas. Lo de un regalo de diciembre: María de la O Lejárraga y Gregorio Martínez Sierra, </span><i style="font-family: georgia; text-align: justify;">Cartas a las mujeres de España.</i><span style="font-family: georgia; text-align: justify;"> Edición de Juan Aguilera Sastre e Isabel Lizarraga Vizcarra. Sevilla, Renacimiento, 2022. En la fotografía junto a la portada, Gregorio mira atento y ajeno cómo escribe María de la O. Lo de felicitar las fiestas y que la respuesta fuese automática: «Según el calendario académico aprobado en Consejo de Gobierno de la UEX el 16 de mayo de 2022, el período de vacaciones de la actividad docente es desde el 22 de diciembre de 2022 hasta el 9 de enero de 2023, ambos inclusive». Igualmente. Solicitud de evaluación, enlace habilitado, hoja índice, evidencias, autoinforme, hoja de servicios. Otra vez lo de la «capacidad de aplicar los conocimientos teóricos a la valoración crítica y apreciación de los textos» entre las competencias básicas, y otra vez procurar hacer todo, no solo correctamente, sino evitando ser prosaico. La prensa dijo que los quioscos de prensa cayeron un cuarenta por ciento. A primera hora de la mañana de un viernes de febrero, el viento cerró la puerta del aula 7 y así quedó hasta el final del curso después de más de dos años de par en par. El mismo día de febrero dos columnistas del periódico escribían sobre el terremoto de Siria y Turquía y coincidían en aludir al de Lisboa y al </span><i style="font-family: georgia; text-align: justify;">Cándido</i><span style="font-family: georgia; text-align: justify;"> de Voltaire. Todo está bien. Hubo alguna baja temporal por covid, y partes médicos por alergias y traumatología. Una emoción especial sintió el profesor ante dos jóvenes nacidas en el siglo XXI que hablaban con responsabilidad histórica de unos autores antiguos. Una poeta —Mª Ángeles Pérez López— habló en clase de otra —Delmira Agustini— y citó a Nietzsche y aquello del filólogo como el que lee con lentitud, y que acaba escribiendo también con lentitud. Un hito: </span><i style="font-family: georgia; text-align: justify;">El Partido Comunista de España en Extremadura durante el Frente Popular: República y Guerra (1936-1939),</i><span style="font-family: georgia; text-align: justify;"> la tesis de Pepe Hinojosa, sobrepasó tanto el aforo del salón de actos de la Facultad que muchos se quedaron fuera</span><i style="font-family: georgia; text-align: justify;">.</i><span style="font-family: georgia; text-align: justify;"> Ahí estuvo esa ley que trajo la primavera y lo suyo a todos los que vieren y entendieren. Alguien recordó que quedaban veintiocho horas de clase hasta mediado mayo. Cuatro alumnas extranjeras de países diferentes del programa Erasmus leyeron con solvencia poemas de César Vallejo. Hubo un recuento del patrimonio bibliográfico para celebrar un cincuentenario con poca imagen, si acaso un logotipo que se usa poco. Lo del comentario de la Elegía Moral de Meléndez a Jovellanos «y cuanto monstruo en su delirio infausto / la azorada razón abortar puede», y Goya y su </span><i style="font-family: georgia; text-align: justify;">capricho </i><span style="font-family: georgia; text-align: justify;">43. El profesor aludió en clase de Hispanoamericana a lo de G. Boixo de que toda actividad de crítica literaria es redundante por naturaleza, pues ya el propio texto que toma como punto de partida contiene todo lo que el crítico presuntamente descubre; y el profesor dijo compartirlo. También hubo que firmar unas facturas. Otra tesis: de un antiguo alumno, David Amado Cano, </span><i style="font-family: georgia; text-align: justify;">Julio Cortázar: Historias de cronopios y de famas (1962) </i><span style="font-family: georgia; text-align: justify;">y</span><i style="font-family: georgia; text-align: justify;"> Todos los fuegos el fuego (1966)</i><span style="font-family: georgia; text-align: justify;">. En esta sí había sitio: en el tribunal. Cada curso hay más rotondas para llegar al campus; también más semáforos. La cabeza diaria en el transporte público y el corazón en el privado: Radio 3 y la prensa del día. Hubo un congreso de estudios clásicos y dos ferias educativas. Pensando en las musarañas por el pasillo: (¿Fue el Marqués de Morante el propietario de la mayor biblioteca privada jamás reunida por un español? ¿Ciento veinte mil volúmenes?). Y hubo defensas muy sentidas de trabajos de fin de estudios. Sentado en una terraza de esta plaza alguien dicta el primer borrador de varios de una cuenta larga que sirva de final de un año académico. Otro.</span></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-51080396445964703892023-03-26T14:20:00.000-07:002023-03-26T14:20:09.026-07:00Sybila Arredondo<p><span style="font-family: georgia;"><span style="text-align: justify;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgoZvoC1ebds77TPpZDfCR74MswOT-2Q9r8X31hMGttdestijv6URNwa2MkH7ZllAe3rdgOZXdQtCnoSyGeNmmQrSAdFgOs8Msoi5Az1dXWgigiTRdZOXNm3bCutOHrhtcgR507-0IOZStUkp8WCtI-dmtdoe1dR3BHfgd9QaaomxdAFTuYjrjzSOV3hQ/s768/Sybila%20Arredondo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="556" data-original-width="768" height="232" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgoZvoC1ebds77TPpZDfCR74MswOT-2Q9r8X31hMGttdestijv6URNwa2MkH7ZllAe3rdgOZXdQtCnoSyGeNmmQrSAdFgOs8Msoi5Az1dXWgigiTRdZOXNm3bCutOHrhtcgR507-0IOZStUkp8WCtI-dmtdoe1dR3BHfgd9QaaomxdAFTuYjrjzSOV3hQ/s320/Sybila%20Arredondo.jpg" width="320" /></a></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><span style="font-size: x-small;">© Roberto Candia</span></span></div><p></p><p><span style="font-family: georgia;"><span style="text-align: justify;">Preparaba mis notas esta tarde sobre mis clases de mañana sobre el escritor peruano José María Arguedas —leeremos </span><i style="text-align: justify;">Los ríos profundos</i><span style="text-align: justify;">— y me acordé de que hace poco más de dos años mi amigo <a href="https://malama.blogspot.com/2018/09/ignacio.html" target="_blank">Ignacio Úzquiza</a> me pidió que si podía averiguar la dirección de Sybila Arredondo, la viuda del escritor, porque quería enviarle un libro. No me costó mucho saber que vivía en una parcela de Rangue, a setenta kilómetros al sur de Santiago de Chile, sin más datos. Sé que le envió el libro por el que, por persona interpuesta, Sybila se había interesado: </span><i style="text-align: justify;">El río y el mar. Correspondencia José María Arguedas / Emilio Adolfo Westphalen (1939-1969), </i><span style="text-align: justify;">que publicó Fondo de Cultura Económica en 2011.Y sé que se lo devolvieron y que, a día de hoy, no sabemos nada de ella. No será muy difícil saber algo; y hay huellas relativamente recientes de su presencia en la prensa digital. Sybila pasó catorce o quince años en las cárceles de Perú acusada de terrorismo y de pertenecer a Sendero Luminoso. Sin dejar de vincularse con la lucha revolucionaria como una mujer de izquierda marxista y leninista, se dedicó a la preparación de las obras completas de su marido hasta que fue detenida. Estuvo presa hasta diciembre de 2002, cuando regresó a su Chile natal. Su madre, la escritora Matilde Ladrón de Guevara (1910-2009), escribió e hizo muchas gestiones para lograr la liberación de su hija. He visto un dossier en el que hay escritos de Sybila al presidente chileno Patricio Aylwin y de su madre a su sucesor Eduardo Frei en 1996 en los que se expresa así: «S.E. tiene hijas y en los momentos que usted razonaba en T.V., las evoqué, deseándoles lo más bello y noble en su futuro y jamás el sufrimiento de la mía, exterminada en Perú, prisionera enferma física y psíquicamente», y que cierra: «Le requiero respetuosamente auxilio, en nombre de sus hijas, y liberarme con Sybila hacia la patria maravillosa para aurar “el alma herida de Chile”… y la estrictamente humana de esta madre, su adepta y S.S. cuya vida deja en sus manos». Me fascina y, por supuesto, me sobrepasa que la relectura de unos apuntes sobre una novela para preparar unas clases me lleve a tantas circunstancias y a tanta historia, y que también vuelva a toparme con las palabras que Arguedas, antes de pegarse un tiro, dejó escritas. A su mujer y al mundo. Algunas, en su novela póstuma </span><i style="text-align: justify;">El zorro de arriba y el zorro de abajo</i><span style="text-align: justify;"> (1971).</span></span></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-435249715302274042023-03-22T10:43:00.002-07:002023-03-22T10:43:39.682-07:00Canto a Teresa<p><span style="font-family: georgia;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgC5g6kYumRt6HBZPHUraF-DfcrNmfGTpiWmdjJ6VwIpCEnG-qV52pCiR7qpVpjTEsATyBDDRU42hPuXGIsFXaPB445Rm-jRc-CQGEG-2qxS3VomwqSTpiNXSlyUJl9w3YijiHe4yEX0vH82lIhJcmO57V4A5VnqO-PFiZ5QwpIAIWnHKc6e-I84ldhLw/s512/Canto%20a%20Teresa.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="512" data-original-width="378" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgC5g6kYumRt6HBZPHUraF-DfcrNmfGTpiWmdjJ6VwIpCEnG-qV52pCiR7qpVpjTEsATyBDDRU42hPuXGIsFXaPB445Rm-jRc-CQGEG-2qxS3VomwqSTpiNXSlyUJl9w3YijiHe4yEX0vH82lIhJcmO57V4A5VnqO-PFiZ5QwpIAIWnHKc6e-I84ldhLw/s320/Canto%20a%20Teresa.jpeg" width="236" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;"><span style="text-align: justify;">«No me cansaría de admirar la ilustración de la portada de </span><i style="text-align: justify;">Canto a Teresa</i><span style="text-align: justify;"> y de sentir el singular tacto de la misma. Una auténtica obra de arte. No me creo que cueste sólo 15 €», escribe un lector en un comentario en <a href="https://editorialdemeter.es/producto/canto-a-teresa-ilustrado-de-jose-de-espronceda/" target="_blank">la página</a> de la editorial vallisoletana Deméter, inclinada a la publicación de obras clásicas relacionadas con lo fúnebre, lo macabro, lo gótico, lo extraño o lo singular. Espronceda, </span><i style="text-align: justify;">Canto a Teresa.</i><span style="text-align: justify;"> Ilustrado por Antonio del Hoyo (Valladolid, Editorial Deméter, 2022) es una esmerada edición de lo que se publicó como segundo canto del soberbio e inacabado poema </span><i style="text-align: justify;">El Diablo Mundo</i><span style="text-align: justify;"> (1840) del escritor romántico. En una nota manuscrita algo más extensa que la que se recogió en la primera edición por entregas, Espronceda escribió: «Este canto 2º es un desahogo de mi corazón. Tal vez mis quejas parezcan fastidiosas y fuera de propósito a mis lectores. Yo tenía necesidad de escribir así, y he obedecido a un impulso superior a mi voluntad. Pongo aquí esta nota p[ar]a que el q[u]e no quiera leerlo lo salte sin escrúpulos, pues no está ligado de ninguna manera a la historia general del cuento». Nadie debe saltarse este extraordinario texto, porque, a mi modo de ver, añade mucho sentido al conjunto en el que se inserta, </span><i style="text-align: justify;">El Diablo Mundo,</i><span style="text-align: justify;"> uno de los poemas más románticos del romanticismo decimonónico y más rompedores. Una obra inacabada, en seis cantos —más unos fragmentos de un séptimo— en los que el poeta mezcla lo lírico, lo narrativo y lo dramático en poco más de seis mil versos. Sin embargo, la edición exenta del </span><i style="text-align: justify;">Canto a Teresa</i><span style="text-align: justify;">, como esta de Deméter, tan brillantemente ilustrada por Antonio del Hoyo, destaca con justicia «uno de los poemas de amor más emocionantes de todos los tiempos», como lo calificó el poeta Guillermo Carnero en su estudio y antología </span><i style="text-align: justify;">Espronceda</i><span style="text-align: justify;"> (Júcar, 1979). Sobre esta edición exquisita del </span><i style="text-align: justify;">Canto a Teresa</i><span style="text-align: justify;"> hablaremos el próximo sábado en el Teatro Carolina Coronado de Almendralejo.</span></span><p></p><p><span style="font-family: georgia;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMme-EQvt0akk85C9OFsHmO7jFvv-TwSaoaleTX1Xfo6c8UjZSLUPlW0EAvJtEl764sj5Mg4d1FRipeRwKw8YmQes0lN_s0ECCmsBmwXnoXdkfQwZyvqMFUiMpSe550Vg10qbNrlpPz5MTQJsEo06E5fnSnLoqWYspX6800pphsVKBuDYAeo4s4OO3qA/s1200/Cartel%20Canto%20a%20Teresa%20Almendralejo.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="960" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMme-EQvt0akk85C9OFsHmO7jFvv-TwSaoaleTX1Xfo6c8UjZSLUPlW0EAvJtEl764sj5Mg4d1FRipeRwKw8YmQes0lN_s0ECCmsBmwXnoXdkfQwZyvqMFUiMpSe550Vg10qbNrlpPz5MTQJsEo06E5fnSnLoqWYspX6800pphsVKBuDYAeo4s4OO3qA/w160-h200/Cartel%20Canto%20a%20Teresa%20Almendralejo.jpeg" width="160" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;"><br /><span style="text-align: justify;"><br /></span></span><p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-17082500525147550452023-02-27T08:33:00.001-08:002023-02-27T08:33:23.247-08:00La niñez laureada (I)<p><span style="font-family: georgia;"><span style="text-align: justify;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3cB0q1W94d2VlU4mrfGQ9j_d0oyhHLcPNmCTIfjPifRPx5ZgHPWUsxuysN2BLK7GIFm_X04pjlElCVTedVJH4xgHSyV-VtFSn81zjJF0cHemac1m7gGNevulqahKn8vuheqSY0Iwku1NluvL6i8m969L8qIK_r077MqsinCRmHmk-2Htoqg5LCOVIaA/s1067/La%20nin%CC%83ez%20laureada.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1018" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3cB0q1W94d2VlU4mrfGQ9j_d0oyhHLcPNmCTIfjPifRPx5ZgHPWUsxuysN2BLK7GIFm_X04pjlElCVTedVJH4xgHSyV-VtFSn81zjJF0cHemac1m7gGNevulqahKn8vuheqSY0Iwku1NluvL6i8m969L8qIK_r077MqsinCRmHmk-2Htoqg5LCOVIaA/s320/La%20nin%CC%83ez%20laureada.jpeg" width="305" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;">No he terminado de escribir una nota sobre este libro-edición de Noelia López-Souto, <i style="text-align: justify;">Prodigios infantiles de la Ilustración española. </i><span style="text-align: justify;">La niñez laureada,</span><i style="text-align: justify;"> de José Iglesias de la Casa </i><span style="text-align: justify;">(Salamanca, Editorial Delirio. Col. La Bolgia, 17, 2022), que se presenta esta tarde en el Aula Magna de la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca, en un acto que puede seguirse </span><i style="text-align: justify;">online </i><span style="text-align: justify;"><a href="https://usal-es.zoom.us/j/83744998935?pwd=Zmk1akhZQUcxak14c09NRE9FTFBRUT09" target="_blank">aquí</a> a las siete; pero no quiero desaprovechar la oportunidad de difundir su presentación por parte de la autora, con la participación de la profesora Paqui Noguerol (USAL) y del editor de Delirio Fabio de la Flor. La primera parte del título es la que se corresponde con el estudio del fenómeno de los niños prodigio en el contexto del interés pedagógico ilustrado o su preocupación por la educación de las niñas y de los niños. La segunda parte es la edición de un poema muy singular de un interesante poeta como el salmantino José Iglesias de la Casa (1748-1791), un texto «en loor» de un niño de tres años y medio protagonista de un hecho asombroso. Esta es la primera edición moderna exenta de un poema que se había publicado en Salamanca en 1785. Quede aquí, por ahora, el anuncio de la presentación de hoy.</span></span><p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-35281992668743133872023-02-21T08:53:00.003-08:002023-02-21T08:59:41.419-08:00Mª Ángeles Pérez López en Letras<p><span style="font-family: georgia;"><span style="text-align: justify;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhx-2SKIgEup8SY0yVYC3FqsWQeStGCqZrtPoPetzXoqF3hbW5QGK7cHBO6Cw1FeN85SKaMLdtxxVULQVhBt5gfAV9tc4XOFZKXD4aoycYI4-C4-xW9lGN6LsxsSWwTKlPezlHGbdGGbu17JEEgwLaztqJeneTo7k92ZpRGNiciKh-9NSKN-Yjtx-5WHQ/s1600/M%C2%AA%20A%CC%81ngeles%20Pe%CC%81rez%20Lo%CC%81pez%20en%20el%20Aula%20Valverde.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1131" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhx-2SKIgEup8SY0yVYC3FqsWQeStGCqZrtPoPetzXoqF3hbW5QGK7cHBO6Cw1FeN85SKaMLdtxxVULQVhBt5gfAV9tc4XOFZKXD4aoycYI4-C4-xW9lGN6LsxsSWwTKlPezlHGbdGGbu17JEEgwLaztqJeneTo7k92ZpRGNiciKh-9NSKN-Yjtx-5WHQ/s320/M%C2%AA%20A%CC%81ngeles%20Pe%CC%81rez%20Lo%CC%81pez%20en%20el%20Aula%20Valverde.jpeg" width="226" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;">O en el Aula «José María Valverde». Pero he cambiado el acostumbrado anuncio de la visita de una nueva autora al aula por la presencia en mi Facultad, por partida doble, de la poeta y profesora Mª Ángeles Pérez López. El jueves 23 por la tarde —19:00 horas— hará una lectura de sus textos en el Instituto de Lenguas Modernas, y, aprovechando que vendrá el viernes 24 al paraninfo de la Facultad de Filosofía y Letras para participar en la sesión matinal del Aula Valverde —12:30 horas—, ha tenido la gentileza de aceptar la invitación que mi departamento le ha hecho para que de una charla sobre «Delmira Agustini entre el mito y el libro», en el Aula 7, en mi clase de «Textos de la Literatura Hispanoamericana» el jueves por la mañana —a las 13:00 horas—; pero abierto para quien quiera, hasta completar aforo. Mª Ángeles es una gran autora, con más de una decena de entregas poéticas que han sido reconocidas con diferentes premios, como el Ciudad de Badajoz (<i style="text-align: justify;">Carnalidad del frío,</i><span style="text-align: justify;"> 2000) o el Premio de la Crítica de Poesía Castellana (por </span><i style="text-align: justify;">Incendio mineral, </i><span style="text-align: justify;">2021); pero también es una brillante estudiosa de la literatura iberoamericana y es muy dilatada su producción científica en este campo desde el Departamento de Literatura Española e Hispanoamericana de la Universidad de Salamanca, en donde leyó su Tesis Doctoral sobre narrativa y modernidad en Vicente Huidobro. Ha escrito sobre Nicanor Parra, sobre Juan Gelman, ha editado a Ernesto Cardenal… Pertenece al grupo de investigación «Escritoras y personajes femeninos en la literatura», en una línea de trabajo en la que ha publicado numerosos estudios sobre autoras como Cristina Peri Rossi, Gioconda Belli, Rosario Ferré, Blanca Varela, entre otros nombres, como Edda Armas y Mª Auxiliadora Álvarez, de Venezuela, cuyo panorama poético también ha analizado Mª Ángeles Pérez López en diversos trabajos panorámicos. Será un privilegio contar con ella en clase para que nos hable de otra gran figura: «Delmira Agustini entre el mito y el libro».</span></span><p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-73278513508711236892023-02-19T10:32:00.002-08:002023-02-19T10:33:57.200-08:00<p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px; text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTtF5rAKaqToUBmQF_fcF5CUXutmaNKw6Wuem-R0KdxUlzR-HgwkyrfLp7G4-ep68Mi5aTMM_zRtrb-eXO9f73V-dMvxbGy28MhmqCbJtVpwoPyO4dvXHjT1k5CjNMvNkOJn7ooMstwftl5j4BTJ_nIn_gquI8O7vBZYK4iNJMqUxy2od187Q784O-ng/s350/Dulce%20Duen%CC%83o.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="350" data-original-width="225" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTtF5rAKaqToUBmQF_fcF5CUXutmaNKw6Wuem-R0KdxUlzR-HgwkyrfLp7G4-ep68Mi5aTMM_zRtrb-eXO9f73V-dMvxbGy28MhmqCbJtVpwoPyO4dvXHjT1k5CjNMvNkOJn7ooMstwftl5j4BTJ_nIn_gquI8O7vBZYK4iNJMqUxy2od187Q784O-ng/s320/Dulce%20Duen%CC%83o.jpeg" width="206" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;">«—Un billete de cincuenta pesetas, si me pisotea usted, pronto, y fuerte.|Abrí el portamonedas, y mostré el billete, razón soberana. Titubeaba aún. La desvié vivamente, y, ocultándome en lo sombrío del portal, me eché en el suelo, infecto y duro, y aguardé. La prójima, turbada, se encogió de hombros, y se decidió. Sus tacones magullaron mi brazo derecho, sin vigor ni saña.|—Fuerte, fuerte he dicho... | —¡Andá! Si la gusta... Por mí... | Entonces bailó recio sobre mis caderas, sobre mis senos, sobre mis hombros, respetando por instinto la faz, que blanqueaba entre la penumbra. No exhalé un grito. Sólo exclamé sordamente. |—¡La cara, la cara también! |Cerré los ojos... Sentí el tacón, la suela, sobre la boca... Agudo sufrimiento me hizo gemir» (pág. 291). Es Lina en <i>Dulce Dueño</i> (1911), la última novela larga de Emilia Pardo Bazán, y a la que volví hace poco por tener que hacer hace semanas<i> </i>uno de esos incómodos balances de todo lo escrito en un año sobre algo y que hay que recoger en un número de caracteres ridículo —por exiguo—, incluyendo espacios. No me quejo. Cumplí con el encargo como me fue posible. Pero entre lectura y lectura, y entre apunte y apunte —<i>serios</i>, es decir, responsables con el mandado—, tomé notas sobre muchas obras que merecerían comentarios más por extenso. Quizá este sea un buen medio para difundir esas apuntaciones sobre, por ejemplo, nuevas ediciones literarias de nuestros clásicos, como la de esta novela sorprendente, como tantas, de doña Emilia. La de <i>Dulce Dueño, </i>a cargo de Marina Mayoral, se ha publicado el pasado año en la colección Clásicos Castalia, de Castalia Ediciones —«que es un sello propiedad de Edhasa», ¡ay! Es gracias a quien preparó esa edición que supe de su publicación. Tenía la de <i>La Quimera</i> (Letras Hispánicas. Ediciones Cátedra, 2022), también de Marina Mayoral; y fue ella la que me dijo en Madrid que había sacado otra en Castalia de <i>Dulce Dueño,</i> que es la que me acompañó entre mis notas. Fue en la antesala del Ministerio de Cultura y Deporte en la Plaza del Rey de Madrid, cuando acudió como jurado del Premio Nacional de Literatura Dramática en calidad de académica de la Real Academia Gallega. Se sorprendió mucho de que yo la hubiese reconocido con gorro y mascarilla; y a mí no me sorprendió nada que no supiese quién la saludaba. Seguro que todavía no sabe que nos conocimos hace bastantes años. Los dos títulos tienen precedentes en sendas ediciones preparadas también hace tiempo por la misma especialista, y resulta curioso que se hayan hecho desaparecer de estas nuevas ediciones. Marina Mayoral ya editó <i>La Quimera</i> en la misma colección (núm. 336) en 1991. Igualmente, en 1989, en la tercera entrega de la «Biblioteca de Escritoras» de la Editorial Castalia, apareció su edición de <i>Dulce Dueño.</i> Por eso, no acabo de comprender por qué se omiten las referencias a las ediciones anteriores, pues debe prevalecer a un supuesto interés comercial el afán de exhaustividad y rigor en la información de la fortuna póstuma de una novela como esa. Marina Mayoral presentó y presenta muy bien lo que esa novela, <i>Dulce Dueño,</i> quiso proponer, en sus ideales, en su misticismo y menos feminismo, en su gracia; y «hablar de una ‘derrota’ de su feminismo es confundir el tocino con la velocidad», escribe Marina Mayoral (pág. 2). Yo insisto en la forma de una narración, que no es de las mejores de su autora, que arranca en «Escuchad», el título del primer capítulo, y que a partir de «Lina», el segundo, nos lleva sobre la primera persona de la protagonista que proclama «Dulce Dueño» en el capítulo último así titulado, y tan abierto. Hay que tener en cuenta a Santa Catalina de Alejandría que está sobre la Lina de la historia, y hay que ver cómo se muestra la autora, doña Emilia, cuando pone en boca de su personaje lo que ella piensa sobre la vida literaria cuando alude a lo del <i>avispero</i> (pág. 146)<i>.</i> Qué lectura tan sugerente. Como para embutirla, con más de dos decenas de publicaciones de interés, en diez mil y pico caracteres.<span class="Apple-converted-space"> </span></span><p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-55802512514459913672023-02-01T11:51:00.002-08:002023-02-01T11:51:41.638-08:00Sin fines de lucro<p><span style="font-family: georgia;"><span style="text-align: justify;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEvcgMjf8eR5HDx-BjSCKBBsPWJzcsQ4O379X3oNfmaFzdPi4n7-eOq0AUhfcPolznYe1qTZyNm4cZWLgZWdFkY0rVrMX0sc6KeuAPQg5HSkyoeUxnw10p1H7AduWnJk3iYctn1tFN1lvh0OmMSY2gsouniTLB4BohLN4qdY-8bZQVODGQczkT6Y7_Hw/s1188/Profesor.%20Sin%20fines%20de%20lucro.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1188" data-original-width="1058" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEvcgMjf8eR5HDx-BjSCKBBsPWJzcsQ4O379X3oNfmaFzdPi4n7-eOq0AUhfcPolznYe1qTZyNm4cZWLgZWdFkY0rVrMX0sc6KeuAPQg5HSkyoeUxnw10p1H7AduWnJk3iYctn1tFN1lvh0OmMSY2gsouniTLB4BohLN4qdY-8bZQVODGQczkT6Y7_Hw/s320/Profesor.%20Sin%20fines%20de%20lucro.jpg" width="285" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;">También ando estos días con el repaso de apuntes y notas para mis clases en el segundo cuatrimestre que empezaron ayer, último día de enero. Tomo el título de esta entrada del libro de Martha Nussbaum, <i style="text-align: justify;">Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades</i><span style="text-align: justify;"> (Katz Editores, 2010), traducido por María Victoria Rodil, del que supe por </span><i style="text-align: justify;">La utilidad de lo inútil. Manifiesto,</i><span style="text-align: justify;"> de Nuccio Ordine (Acantilado, 2013). Se me ha ocurrido que ambos títulos serían un buen modo de presentarse en una clase de una Facultad de Letras siempre que el profesor relativice un poco los tonos apocalípticos de ilustres que piensan sobre la educación de hoy. Ya hablaré de ellos; pero a partir de esta semana, como siempre, llevaré otros ejemplos que la actualidad me trae a la mesa todos los días. La literatura es una manifestación artística sublime, una representación de nuestro mundo que nos incluye a todos, con nuestras preocupaciones y nuestras certezas. Por eso, siempre que puedo llevo a clase un reflejo del programa de la asignatura en los medios de costumbre. No tiene mucha ciencia —pero me gusta— mostrar en clase el titular de </span><i style="text-align: justify;">El País</i><span style="text-align: justify;"> del 9 de enero de 1986, que daba noticia de la muerte de Juan Rulfo con «Juan Rulfo pasa a la literatura con 250 páginas», que me viene muy bien para explicar el «proceso de mitificación» del escritor del que ha hablado quien mejor lo ha editado, el profesor José Carlos González Boixo. Esto pasa en mi asignatura de Textos de la Literatura Hispanoamericana. Pero en Textos de la Literatura Española del Siglo XVIII, con la que inauguro mañana el cuatrimestre, he puesto en los últimos años para empezar <a href="https://elpais.com/diario/2011/10/02/opinion/1317506404_850215.html" target="_blank">un artículo</a> de mi admirado Juan Goytisolo —aquel día mal informado y peor lector— sobre la literatura española de ese tiempo, para intentar rebatir con argumentos basados en las formas y las ideas tanta desafección. En fin, en pocas horas, y durante la placentera costumbre de leer el periódico, encontré en estos días dos textos para llevar a clase que mencionaban la literatura al referirse a un hecho lamentable de palpitante actualidad. La noticia de que el futbolista Dani Alves había sido detenido por la violación de una mujer en una discoteca, y luego que su víctima había renunciado a ningún tipo de indemnización por tal delito, generó y genera un ruido informativo casi inabarcable. Selecciono tan solo la columna («Anatomía de Twitter») de Nuria Labari (<a href="https://elpais.com/opinion/2023-01-24/violada-pero-no-indemnizada.html" target="_blank">«Violada pero no indemnizada»</a>), que terminaba aludiendo a la historia de una de las obras que vamos a leer este año, </span><i style="text-align: justify;">Lucrecia</i><span style="text-align: justify;"> (1763)</span><i style="text-align: justify;">,</i><span style="text-align: justify;"> la tragedia de Nicolás Fernández de Moratín. Escribe Nuria Labari: «Hace 2.500 años, la noble Lucrecia decidió suicidarse después de ser violada en la antigua Roma. Le pareció que solo así conservaría su honor. En 2023, el honor de una mujer violada no se paga con la vida, pero sigue teniendo un precio». Y también la columna de Leila Guerriero —que ya sola daría para una clase de literatura hispanoamericana— <a href="https://elpais.com/opinion/2023-01-25/victimas-puras.html" target="_blank">«Víctimas puras»</a>, que tomaba la misma noticia como fundamento para decir que «Nadie debería sentirse obligado a demostrar pureza moral para tener derecho a tener derecho»; y que aludía al poema «Tú me quieres blanca» de Alfonsina Storni (1892-1938), la escritora argentina cuya biobibliografía bastaría para armar la otra asignatura que estoy preparando sin fines de lucro.</span></span><p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-82009509015808138312022-10-05T14:53:00.004-07:002022-10-05T14:58:17.457-07:00David Huerta<p><span style="font-family: georgia;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtPgULrQeycHJZSP9cGqpwuaF0LY2-gumiPuZW_4yupQtfMi6hIFH61HnXprgDikYpfiWN2cTtapMl4AHHbo3Fsiz-KAhdKWbWKWxML0IOoQbYNxAxecPzOVJMIv0TRl_8Cl0stSMr8M6uz0qH-DjoSFQcrByznhXIdxuNdBrrc_0zbFdkJ1SBlch5WA/s676/El%20desprendimiento.%20David%20Huerta.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="676" data-original-width="416" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtPgULrQeycHJZSP9cGqpwuaF0LY2-gumiPuZW_4yupQtfMi6hIFH61HnXprgDikYpfiWN2cTtapMl4AHHbo3Fsiz-KAhdKWbWKWxML0IOoQbYNxAxecPzOVJMIv0TRl_8Cl0stSMr8M6uz0qH-DjoSFQcrByznhXIdxuNdBrrc_0zbFdkJ1SBlch5WA/s320/El%20desprendimiento.%20David%20Huerta.jpeg" width="197" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;">Me sorprendió ayer la noticia de la muerte del poeta mexicano David Huerta (1949) mientras escribía unos apuntes sobre un libro de teatro sostenido sobre un volumen que lleva en mi escritorio más de un mes y que comencé a leer por el final, por el «Discurso de aceptación del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances» que pronunció el poeta —sí, David Huerta— en Guadalajara (México) en noviembre de 2019. Gracias a Jordi Doce, editor de su poesía en la espléndida antología (1972-2020) <i>El desprendimiento</i> (Galaxia Gutenberg, 2021)— el volumen—, estaba leyendo poemas de libros tan ignotos como <i>El jardín de la luz</i> (1972) o <i>Cuaderno de noviembre</i> (1976). Luminosas palabras las de Jordi Doce en su «Hay una llama viva» como introducción a una obra plural y diversa, sorprendente por lo que depara de poema en poema. Sobre ese volumen con sus versos reposaba hace nada mi brazo sin saber que David Huerta había muerto. Tampoco, cuando escuchaba en la mañana de ayer un responso dedicado al familiar de un amigo que el sacerdote llenó de unas metáforas que nos conturban siempre, a pesar de que estamos acostumbrados a leer la muerte en los poetas, y no en los predicadores: «El problema de un muerto / es su lugar en el pasado. […] Al muerto le preocupa ese lugar / que sólo podemos reconocer / en el momento en que la brisa murmurante / le da vuelta a la página o en el gesto / de los perros amarillos de la ciudad; / esos perros que buscan su lugar, sin encontrar / más que mendrugos de vida, instantes / de distracción y ojos abiertos, / minutos esmaltados / por una piedad irreflexiva». De <i>Canciones de la vida común</i> (México, K Editores, 2018), y los versos del poema de mismo título que en esta soberbia antología están en las páginas 301 y 302, y que continúa hasta «Fantasmas en los árboles» (pág. 303).<span class="Apple-converted-space"> </span></span><p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-77169636170617528962022-10-04T08:25:00.004-07:002022-10-04T08:27:17.060-07:00Trilcien<p><span style="font-family: georgia;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaobLcUmQyehAZ64PU3H9dQuWxLQZwEKtJ1mTImogbDEDZZfbUOjehvehNIcv557AgYKFSbd5fALIaTuaOOjLG5XF3RytjPUc_y5x9eFHyU_o5-yxTTS__oHFZABMV_lHRT1mJ5HIzXqPJzItVH_UK3yW3EUCtJ7Yg_TrgJRLfrl0w_VQoWmwsOFF12g/s1600/trilce-primera-edicion.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1091" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaobLcUmQyehAZ64PU3H9dQuWxLQZwEKtJ1mTImogbDEDZZfbUOjehvehNIcv557AgYKFSbd5fALIaTuaOOjLG5XF3RytjPUc_y5x9eFHyU_o5-yxTTS__oHFZABMV_lHRT1mJ5HIzXqPJzItVH_UK3yW3EUCtJ7Yg_TrgJRLfrl0w_VQoWmwsOFF12g/s320/trilce-primera-edicion.jpeg" width="218" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;">«<i>Trilce</i> se empezó a escribir en 1918; la mayor parte del libro fue escrita en 1919 y los últimos dos poemas en 1922. La edición príncipe, impresa en los Talleres de la Penitenciaría de Lima, fue de 200 ejemplares y empezó a circular en octubre de 1922. Constaba de 121 páginas de texto y XVI de prólogo, escrito por Antenor Orrego. Llevaba en la portada un retrato a lápiz de Vallejo debido a Víctor Morey. El precio fue de tres soles. La edición, de autor, le costó a Vallejo 150 soles». Transcribo estas palabras de la «Nota sobre esta edición» de Julio Ortega en la de Letras Hispánicas de Ediciones Cátedra, que es una de las que utilizo por mayor estimación en mis clases, el espacio en el que he podido comprobar que la poesía <i>difícil</i> llega a jóvenes que comprenden la dimensión de un poeta tan grande. Es posible que algunas de mis alumnas simulen y me digan lo que quiero escuchar cuando les pregunto y me responden que el hermetismo de Vallejo en <i>Trilce</i> es deslumbrante. Creo que no, que algo con garra les ha llegado. Salvando las distancias, hace poco me saludó una alumna del pasado curso y me dijo que había releído en verano una de las obras de la asignatura de la que ya se examinó y aprobó con buena nota. Era del siglo XVIII; lo que también resulta deslumbrante. Si mis alumnas se esfuerzan con los versos del de Santiago de Chuco para ganarme, yo estoy contento. Igual que cuando leo a alguien importante que habla de <i>Trilce</i> y de Vallejo. Uno siempre encuentra ecos en los medios de lo que íntimamente le interesa. No hace mucho, Sergio Ramírez <a href="http://elpais.com/opinion/2022-09-13/trilce-una-puerta-en-las-entranas-del-espejo.html" target="_blank">en un artículo</a> en <i>El País</i> escribió cosas tan ciertas como que César Vallejo fue un «adelantado que descoyuntaba las palabras, trastocaba la sintaxis, creaba neologismos, convertía los verbos en sustantivos, despellejaba el lenguaje hasta dejarlo en carne viva, porque su propósito no era espantar a los incautos con novedades provocadoras, un simple juego pirotécnico donde lo que importara fuera el artificio, sino calcar sus amargas experiencias de vida, la soledad y el sufrimiento. Un espejo oscuro en el que cada uno llegara a encontrar su propia claridad, y con el que revelaba la pesadumbre de la intimidad: la muerte reciente de su madre; una pena amorosa que pareciera de letra de bolero, porque su amada se alejaba de él, enferma de tuberculosis; la injusticia de la cárcel que no hacía sino revelar la injusticia social de un país estructuralmente injusto». Cien años y muchas maneras de acercarse a la lectura de un libro así. Tan incierto al salir hace un siglo y tan imponente hoy. «Si lloviera esta noche, retiraríame / de aquí a mil años. / Mejor a cien no más. / Como si nada hubiese ocurrido, haría / la cuenta de que vengo todavía» (XXXIII).</span><p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-55058057177183263942022-04-03T14:14:00.000-07:002022-04-03T14:14:25.345-07:00Clases<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvlE5nVCgBesXM77cmehcTzQzY5aWv2FQC7jyNEj-yqAYogPY-PfiJWWwV_QfSJfpGifO_qAE0bt0_aIm0tqgm-DYeenKdz2vjMS_5vLExRNDVIMyF-fXS7irsx0sO6qSzo4My43uKQElDKqA7LG7rwUI_ES8ekJJnXM6v21fkbZQ5Gs7lnSgbif2f6g/s320/Notas%20para%20clase.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="240" data-original-width="320" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvlE5nVCgBesXM77cmehcTzQzY5aWv2FQC7jyNEj-yqAYogPY-PfiJWWwV_QfSJfpGifO_qAE0bt0_aIm0tqgm-DYeenKdz2vjMS_5vLExRNDVIMyF-fXS7irsx0sO6qSzo4My43uKQElDKqA7LG7rwUI_ES8ekJJnXM6v21fkbZQ5Gs7lnSgbif2f6g/s1600/Notas%20para%20clase.jpg" width="320" /></a></div> Preparando clases para mañana, lunes 4 de abril. <p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-43191866027693974312022-03-25T15:28:00.005-07:002022-03-25T15:28:50.695-07:00El porrazo del consonante<p><span style="font-family: georgia;"><span style="text-align: justify;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLJ9HfCGgLpAksUokmtSeKO2KvHdTPDuForB_G7T0bhUM2gq95rWT3hzOfsefixfvKMlPNRNKoa6p3o2NTB8gF0QaCtdZNer2xxJS2pQzSGwkAWixVvJ3duU-SeZNJ13ug-ZAQ0fs2oa94ynB0su_DGfUTbAVCUyvyAA2HpSsuCJ-TLQ7ul54q_VAyIw/s770/Aminta%20de%20Tasso%20Juan%20de%20Ja%CC%81uregui.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="770" data-original-width="500" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLJ9HfCGgLpAksUokmtSeKO2KvHdTPDuForB_G7T0bhUM2gq95rWT3hzOfsefixfvKMlPNRNKoa6p3o2NTB8gF0QaCtdZNer2xxJS2pQzSGwkAWixVvJ3duU-SeZNJ13ug-ZAQ0fs2oa94ynB0su_DGfUTbAVCUyvyAA2HpSsuCJ-TLQ7ul54q_VAyIw/s320/Aminta%20de%20Tasso%20Juan%20de%20Ja%CC%81uregui.jpeg" width="208" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;">Suelo repetir, al analizar textos poéticos con mis estudiantes, una idea que le escuché en clase a Juan Manuel Rozas hace muchos años y que él puso por escrito en un excelente artículo sobre un poema de Bécquer: cómo la asonancia del texto favorece una sugerencia de vuelo o fuga que no se lograría con las ligaduras sonoras de la rima consonante. La rima consonante <i style="text-align: justify;">ata</i><span style="text-align: justify;"> más que la asonante, repito en clase. Y no digamos ya en relación con el verso blanco o suelto. Estoy leyendo sobre asonancias por ver si saco adelante un articulino sobre un texto del siglo XVIII. No hace mucho que leí un extraordinario trabajo de Rodrigo Olay Valdés: </span><i style="text-align: justify;">El endecasílabo blanco: la apuesta por la renovación poética de G. M. de Jovellanos</i><span style="text-align: justify;"> (Oviedo, Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII, 2020), y ando —sigo— sensible en asuntos de métrica. Lo mejor que he visto ha sido gracias al primer </span><i style="text-align: justify;">Discurso sobre las tragedias españolas</i><span style="text-align: justify;"> (1750) de Montiano y Luyando, que para justificar el verso suelto con el que escribió su tragedia </span><i style="text-align: justify;">Virginia,</i><span style="text-align: justify;"> dijo que bien sabía él que lo que gusta siempre es la consonancia, por lo que «ata». Y empleó este verbo. Y lo mejor lo he buscado en donde Montiano me dijo, en la dedicatoria de la traducción de la </span><i style="text-align: justify;">Aminta</i><span style="text-align: justify;"> de Tasso que hizo Juan de Jáuregui (Roma, Esteban Paulino, 1607) mayoritariamente en versos blancos: «Bien creo que algunos se agradarán poco de los versos libres y desiguales; y sé que hay orejas que, si no sienten a ciertas distancias el porrazo del consonante, pierden la paciencia y queda el lector con desabrido paladar, como si en aquello consistiere la sustancia de la poesía». Qué hallazgo lo del «porrazo del consonante» fechado el 15 de julio de 1607, que tan bien vendría a los que no ven la sustancia poética en versos como «¿Y si nos vamos anticipando /de sonrisa en sonrisa / hasta la última esperanza?», de Alejandra Pizarnik, del principio de un poema que se titula «Mucho más allá». Bueno todo.</span> </span><p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-64242544906345691842022-03-18T15:01:00.000-07:002022-03-18T15:01:30.143-07:00El peso de la ausencia<p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px; text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh0DT3sobUxrfg7cImKzAQdATEr691RKBtVEBc7o0OKjOCeeU8jrUIJ4kWKTtbz-97wqkiPCkCd_mbl9ZlWbUzbDV4ZfNs8l_kolBZjxW87exRTZ92KjDPBAgZlGXTv34SGorfrdFszN7nzoANtNRRbtL-9ygQ-YVfUexg-yNsvPIlTY63qXioWgTgizA=s697" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="363" data-original-width="697" height="167" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh0DT3sobUxrfg7cImKzAQdATEr691RKBtVEBc7o0OKjOCeeU8jrUIJ4kWKTtbz-97wqkiPCkCd_mbl9ZlWbUzbDV4ZfNs8l_kolBZjxW87exRTZ92KjDPBAgZlGXTv34SGorfrdFszN7nzoANtNRRbtL-9ygQ-YVfUexg-yNsvPIlTY63qXioWgTgizA=s320" width="320" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;">La última vez que escribí sobre <i>El peso de la ausencia </i>de Antonio Gómez fue para el homenaje a Víctor Infantes, que publicó Visor en una espléndida edición cuidada por Ana Martínez Pereira: <i>El arte de la memoria. Homenaje a Víctor Infantes.</i> Ed. de Ana Martínez Pereira (Madrid, Visor Libros, 2020, 434 págs.). La obra de Antonio Gómez mueve a pensar en los libros no leídos; pero el otro día me la traje también a los libros perdidos. Quizá porque estaba terminando de leer <i>Micronesia. Fractales sobre literatura (1997-2021).</i> Valladolid, Ediciones Universidad de Valladolid (Colección Fractales, 2), 2021, de Vicente Luis Mora, que en la primera parte alude a los <i>textos huecos</i> que <i>dicen</i> por lo que esconden, por lo que no <i>dicen.</i> Ese vacío, que recomiendo llenar con la lectura de <i>Micronesia,</i> es parangonable al vacío real y no metafórico de los libros perdidos (pág. 19). Creo que todo surgió después de una clase; y quizá estas líneas sean una manera de intentar explicarme no sé qué. Fue a propósito de unos versos del poeta Nicasio Álvarez de Cienfuegos —el de «Mi paseo solitario de primavera». Insistí en lo verdadero que yo considero que había en la poesía que escribió, en la alma sinceridad de su sentimentalismo poético. Por atraer a la lectura, propuse ponernos en su lugar cuando escribió algunos versos, precisamente aquellos de los que podría deducirse que sufría cuando los escribió. Me ha ocurrido con él y con Meléndez Valdés, de quien he recordado cómo relató la experiencia de perder casi todos sus papeles y libros al tener que exiliarse. Lo copio aquí una vez que he vuelto con un reducido grupo de mis estudiantes de Tercero de Filología Hispánica de la excursión a Ribera del Fresno, patria chica del poeta y magistrado, después de visitar la Casa-Museo creada como espacio de interpretación y de documentación sobre esta eminente figura de la época ilustrada. El 13 de marzo de 2020 tuvimos que cancelar la visita por lo que nos cayó encima, y hoy ha sido la revancha por goleada. Lo han pasado bien Sara, Adriana, Sergio, Nuria, María P., María S. y Carla. No tanto el Meléndez Valdés que dejó escrito en Nîmes en octubre de 1815, dos años antes de morir, algo que verdaderamente sigue estremeciéndome, y que llegó a publicarse en la edición póstuma de sus poemas de 1820: «con dolor, tan deshecha y horrible tempestad, después de haberme aniquilado con el robo y la llama cuanto tenía, y la biblioteca más escogida y varia que vi hasta ahora en ningún particular, en cuya formación había gastado gran parte de mi patrimonio y toda mi vida literaria, también acabó con las copias en limpio de mis mejores poesías en el género sublime y filosófico, un poema didáctico, <i>El magistrado</i>, una traducción muy adelantada de la <i>Eneida</i>, y otros trabajos en prosa sobre la legislación, la economía civil, las leyes criminales, cárceles, mendiguez y casas de misericordia, que trataba de imprimir, y me hubieran sido de más honor, y al público de más provecho, que los versos y cantos de esta colección. Los frutos de diez y más años de aplicación constante en mi retiro, de vigilias continuas, y la meditación más grave y detenida, todo despareció y ha perecido para siempre, sin la esperanza aun más remota de poderlo ni descubrir ni recobrar. Mis libros, mis reflexiones y trabajos me han enseñado a llevar mis desgracias con un ánimo igual, sin abatirme ni desmayar en ellas; y si la lectura y el estudio no me pagasen hoy con este dulce premio, de nada ciertamente hubieran conducido a mi felicidad y mi aprovechamiento». Cuesta imaginar algo así.</span><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px; text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjiWUmvqbyy5gCG41Bay9NWrKFCAzdBI_JWH9_xbi-oZXUVb4EcOmTvdHTU4XPJxg10RwXHXXgj2AW5S3QsBX5wLXH8bgnnABPCL-e9etHR0OR9TMdNnIORXgSJTYjsrwmBLsAnYRFE0luTjqynyYxnU_C1PPqzGZR4TdomEagOy1BCcI8hKNUbMuqCkw=s362" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="362" data-original-width="280" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjiWUmvqbyy5gCG41Bay9NWrKFCAzdBI_JWH9_xbi-oZXUVb4EcOmTvdHTU4XPJxg10RwXHXXgj2AW5S3QsBX5wLXH8bgnnABPCL-e9etHR0OR9TMdNnIORXgSJTYjsrwmBLsAnYRFE0luTjqynyYxnU_C1PPqzGZR4TdomEagOy1BCcI8hKNUbMuqCkw=w155-h200" width="155" /></a></div><br /><span style="font-family: georgia;"><br /></span><p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-90757768938053894592022-03-17T15:17:00.010-07:002022-03-17T15:19:33.063-07:00Casa de Meléndez Valdés 2022<p><a href="https://malama.blogspot.com/2019/12/casa-melendez-valdes.html " target="_blank"></a></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh7LeUlOPdyvQkM0ogdP910ft7hxBvLViwGYV4bB3AhZMs9_Jv4yFB8qs6TH6Jnr8TnIFIaox75aUWCAk3U2e2hMitSV-xcboBejhkPc_xX4jLMfWwsQ8SYFISW6A75-GwDszvlHxNDcOLdpehhRvDHS8phvyAbbo2CUUt5h3UeLkvOZtfdHu8hA_ar3A=s1612" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1612" data-original-width="1600" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh7LeUlOPdyvQkM0ogdP910ft7hxBvLViwGYV4bB3AhZMs9_Jv4yFB8qs6TH6Jnr8TnIFIaox75aUWCAk3U2e2hMitSV-xcboBejhkPc_xX4jLMfWwsQ8SYFISW6A75-GwDszvlHxNDcOLdpehhRvDHS8phvyAbbo2CUUt5h3UeLkvOZtfdHu8hA_ar3A=s320" width="318" /></a></div> Aquello no pudo ser. La visita la programamos para el 13 de marzo de 2020, y no pudo ser. Al día siguiente quedamos confinados. Mañana intentaremos ir a Ribera del Fresno y estar más cerca de lo que hemos leído estas semanas pasadas en clase.<p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-81233672610607150842021-06-02T14:41:00.004-07:002021-06-02T14:41:49.004-07:00Géneros dramáticos del siglo XVIII<p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px; text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguOD249Xf7XCSu7_rGjVzp0bGkdmr0EE7JRc_oIEe1DHmZClEWSzu7xFxwap6v9JuRZBi7gmTR-IolTGN4_nWC9qBKyO-aUMO9NBx6xDVNRaVmLB9zu2KktDLwinq5zIBGIAtG09q5NJM4/s1458/Sobre+Generos+Magistri+Jesu%25CC%2581s.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1458" data-original-width="1027" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguOD249Xf7XCSu7_rGjVzp0bGkdmr0EE7JRc_oIEe1DHmZClEWSzu7xFxwap6v9JuRZBi7gmTR-IolTGN4_nWC9qBKyO-aUMO9NBx6xDVNRaVmLB9zu2KktDLwinq5zIBGIAtG09q5NJM4/s320/Sobre+Generos+Magistri+Jesu%25CC%2581s.jpeg" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;">Ayer me ocupé de este libro. No solo custodié en mi despacho varias cajas con medio centenar de ejemplares, sino que repartí unos pocos entre algunos compañeros y, al final de la mañana, fui a casa de su autor a entregarle los diez ejemplares que quería tener. De la familiaridad y de la amistad que lo explican todo ya hablé <a href="https://malama.blogspot.com/2019/09/jesus.html" target="_blank">aquí</a> el septiembre anterior a todo el desastre de la pandemia. Además, son las prendas que justifican que uno figure en la cubierta y el interior de este volumen que no incluiré en mi currículum académico y sí en el afectivo. El sello que lo edita —nuestro Servicio de Publicaciones— y la colección que lo envuelve son especialmente cercanos para mí. No sé si todo esto ha influido en que ayer me ocupase de este libro como he estado ocupándome todo este rato al escribir estas líneas. <i>Sobre géneros dramáticos en la España de la Ilustración</i> (Cáceres, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura —Colección Magistri, 9—, 2021) es un homenaje a su autor, Jesús Cañas Murillo, y un signo de los tiempos. Hace décadas, los <i>studia in honorem</i> a los filólogos se convirtieron en referentes bibliográficos de los estudios de áreas como lengua y literatura españolas, como teoría o crítica literarias. No mencionaré nombres de todos conocidos, que podría ampliar a campos tan cercanos como la historia, y a figuras como los grandes historiadores españoles y extranjeros. Actualmente, los compendios en homenaje están devaluados y las agencias de evaluación han decidido, sin entrar en los contenidos de los trabajos, que son aportaciones que no deben ser consideradas. De manera que algunos volúmenes colectivos y misceláneos evitan cualquier atisbo de compadreo y se nombran, pondré por caso, <i>Aún aprendo. Estudios de Literatura Española,</i> un título que esconde —cuesta decirlo— los trabajos en su mayoría relevantes dedicados al insigne profesor Leonardo Romero Tobar (Prensas Universitarias de Zaragoza, 2012). No solo por eso —pero también—, el sentido de <i>Sobre géneros dramáticos en la España de la Ilustración</i> es contribuir a la reunión de unos ensayos del homenajeado que tienen el denominador común de atender todos algún aspecto del teatro del siglo XVIII; pero no como una gavilla de trabajos diversos y previamente dispersos, sino como un conjunto con la lógica de constituir una historia teatral dieciochesca, en la que se aborda de manera general la periodización, la transmisión y los constituyentes genéricos de las diferentes modalidades del teatro de esa época. Una historia, sí, del teatro en la España de la Ilustración. Salvo un capítulo sobre la comedia de espectáculo, todos los demás son reescritura y refundición de otros que aparecieron en forma de artículos en revistas españolas y extranjeras, o en ediciones y libros que Jesús Cañas Murillo ha venido publicando en sus años de labor investigadora. Por eso es un libro utilísimo, sobre todo, para los estudiantes e interesados en la literatura teatral del XVIII, y, claro, lo diré, el mejor legado que podría haber dejado, después de sus clases allá por los años ochenta del siglo pasado, a quien ahora se encarga de su curso en la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres. Por cierto, cuando las revisiones preceptivas sobre los programas de nuestras asignaturas para el próximo curso lo permitan, incluiré en la bibliografía en lugar destacado este volumen tan esencial para la materia que es <i>Sobre géneros dramáticos en la España de la Ilustración</i> de Jesús Cañas Murillo.</span><p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-50949206512761837682021-04-15T12:30:00.000-07:002021-04-15T12:30:22.588-07:00La muerte de Artemio Cruz<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOfrxRk5ypIm0-UMs2K53YP2s-3MMDTQDelosMVOcMDb0bPoqaNOLXG-w6Wa2QpbcYnyNR5S0KGGsjzXItoOSXUKKuIVMRir0MsEQ8MZe6PW4SIR8SEiLmEi5ka9ulJXfvpe8EjAuN6X-8/s475/La+muerte+de+Artemio+Cruz.+Primera+1962.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="475" data-original-width="320" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOfrxRk5ypIm0-UMs2K53YP2s-3MMDTQDelosMVOcMDb0bPoqaNOLXG-w6Wa2QpbcYnyNR5S0KGGsjzXItoOSXUKKuIVMRir0MsEQ8MZe6PW4SIR8SEiLmEi5ka9ulJXfvpe8EjAuN6X-8/s320/La+muerte+de+Artemio+Cruz.+Primera+1962.jpeg" /></a></div><span style="font-family: georgia;"> <span style="text-align: justify;">El curso pasado tratamos en clase por primera vez —y en el confinamiento— </span><i style="text-align: justify;">La muerte de Artemio Cruz,</i><span style="text-align: justify;"> la novela de Carlos Fuentes, que se publicó el año en que yo nací. En estos días vuelvo sobre ella, casi coincidiendo con el aniversario de su personaje, el 9 de abril. En realidad, tiene la misma edad que yo; pero él dice haber nacido ese día de ese mes del año 1889. Y muere —relata su muerte—, en abril de 1959, un día después de haber cumplido los setenta. Protesto que no puede ser</span><i style="text-align: justify;">.</i><span style="text-align: justify;"> Como la muerte de don Quijote o de Alonso Quijano el Bueno. Estos son absurdos de tan potentes personajes de ficción. Artemio Cruz y la nove<br />la tienen la misma edad que yo desde que existen como entes textuales literarios. La que </span><i style="text-align: justify;">le tienen que atribuir</i><span style="text-align: justify;"> mis estudiantes que ahora están leyendo o leerán la novela antes de que finalice este curso tan distinto al de por esta misma altura de 2020, pues no hay color entre aquello y esta benéfica manera de estar </span><i style="text-align: justify;">in praesentia</i><span style="text-align: justify;"> de ahora, con todas las precauciones, con distancia suficiente, con mascarillas y con la puerta del aula y los ventanucos abiertos para tener ventilación. Sin embargo, qué paradoja, que la otra tarde, en un control de lecturas sobre César Vallejo y Octavio Paz —ahí es nada—, a distancia telemática, resultase experiencia tan grata la de por fin ver a tres de mis alumnas —y ellas a mí— sin tapabocas, como se dice en el México de Cruz y de Fuentes —«heredarás los rostros, dulces, ajenos, sin mañana porque todo lo hacen hoy, lo dicen hoy, son el presente y son en el presente: dicen ‘mañana’ porque no les importa mañana: tú serás el futuro sin serlo, tú te consumirás hoy pensando en mañana: ellos serán mañana porque sólo viven hoy:»—. A pesar de todo, no hay color entre las luminosas sonrisas de tres de quienes me han escuchado recomendarles que los días de bajón no se demoren mucho en algunos rincones del programa de lecturas —«Yo nací un día / que Dios estuvo enfermo, / grave»—, y la más luminosa presencia con mascarilla, que es lo que nos ha tocado.</span></span><p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8503663314516161943.post-75159283451520119112021-02-02T14:55:00.007-08:002021-02-03T04:27:37.958-08:00Literatura actual<p><span style="font-family: georgia;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipugiMiJTC-2YnjAzrdv-26uO0eqKgwNZ_wEI7ezqyYycsDW0tFmfIVSw7DYmfSlB0jlzU1ZHvC-tqGs3Fd8iS6vwMU50uAIPyGrN2gyg2MrOBWNSB5YP2eLKrhmUivmN_pCSt8fxCpNxw/s966/Mariposas+amarillas+Strausfeld.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="966" data-original-width="660" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipugiMiJTC-2YnjAzrdv-26uO0eqKgwNZ_wEI7ezqyYycsDW0tFmfIVSw7DYmfSlB0jlzU1ZHvC-tqGs3Fd8iS6vwMU50uAIPyGrN2gyg2MrOBWNSB5YP2eLKrhmUivmN_pCSt8fxCpNxw/s320/Mariposas+amarillas+Strausfeld.jpg" /></a></span></div><span style="font-family: georgia;"><span style="text-align: justify;">Hoy en clase ha surgido el nombre del escritor nicaragüense Sergio Ramírez (Masatepe, 1942). Lo mencionaba Juan Cruz en una reseña que se publicó el sábado pasado en </span><i style="text-align: justify;">Babelia</i><span style="text-align: justify;"> del libro de Michi Strausfeld </span><i style="text-align: justify;">Mariposas amarillas y los señores dictadores. América Latina narra su historia</i><span style="text-align: justify;"> (Debate, 2021), y que he compartido con mis alumnas. Porque hablaba de los grandes del </span><i style="text-align: justify;">boom</i><span style="text-align: justify;"> y de algunos autores que vamos a leer este cuatrimestre (Octavio Paz, Juan Rulfo o Carlos Fuentes), y porque me ha gustado que Strausfeld reivindique los nombres de las mujeres que también contribuyeron a dibujar el mapa literario iberoamericano, como Elena Garro, Rosario Castellanos o Elena Poniatowska, entre otras de generaciones posteriores, y que yo todavía no he programado en mis cursos. Ya he pedido el libro para nuestra biblioteca. Al mencionar el nombre de Sergio Ramírez he dicho que fue uno de los impulsores del Frente Sandinista que derrocó al dictador Anastasio Somoza, y que llegó a ser vicepresidente de Nicaragua (de 1985 a 1990), que ganó el Premio Alfaguara de novela por </span><i style="text-align: justify;">Margarita, está linda la mar</i><span style="text-align: justify;"> (1998), y se me ha olvidado decir que en 2017 se le concedió el Premio Cervantes. Pero me he detenido en su actividad política y en cómo ha sido víctima de la persecución y represión de su antaño amigo Daniel Ortega, un revolucionario convertido en monarca absoluto, en caudillo, junto a su esposa, vicepresidenta de un país que tienen sumido en la pobreza y en el desvarío de una propuesta que hoy he leído en la prensa después de salir de clase: la creación de una Secretaría Nacional para Asuntos del Espacio Ultraterrestre, la Luna y otros Cuerpos Celestes. Así se lee en la crónica firmada en </span><i style="text-align: justify;">El País</i><span style="text-align: justify;"> de hoy por Carlos Salinas Maldonado, que escribe: «Con la violencia del Gobierno contra cualquier voz crítica, un paro galopante, el golpe de los huracanes </span><i style="text-align: justify;">Iota </i><span style="text-align: justify;">y </span><i style="text-align: justify;">Eta</i><span style="text-align: justify;"> y los estragos de la pandemia del coronavirus (cuya letalidad Ortega negó), los nicaragüenses luchan por sobrevivir en una economía de miseria, mientras en El Carmen, la residencia en Managua de Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, sueñan a lo grande». También he hablado esta mañana de las novelas de dictadores, y mira por dónde aparece hoy en la última de </span><i style="text-align: justify;">El País</i><span style="text-align: justify;"> este delirio. Después de haber hablado también hoy sobre lo real maravilloso. Pura actualidad.</span></span><p></p>Miguel A. Lamahttp://www.blogger.com/profile/12576831710844776908noreply@blogger.com0