miércoles, 29 de octubre de 2025

Haroldo Conti

Hace pocos días en una librería de Madrid me hice por siete euros con la segunda edición —quizá mera reimpresión, al mes de la primera— de En vida, la novela de Haroldo Conti que ganó el Premio Barral de 1971. Se me presentaron a la vista del ejemplar la circunstancia de que se ha cumplido este año el centenario del nacimiento de este escritor argentino y el hecho de que sigue siendo uno de los desaparecidos de la dictatura militar. También que este título no estaba entre los que busqué a finales de los ochenta en la biblioteca de la Facultad, y que sigue sin estar (tampoco en el fondo de Zamora Vicente, tan nutrido de literatura iberoamericana). Anoto, sin más, este recuerdo a Conti. Y, por cierto, el número de este mes de la Revista de Occidente (núm. 533, octubre 2025) publica el texto del discurso —«Escritura y exilio»— de Sergio Ramírez en el acto de graduación del Instituto Universitario Ortega-Marañón en Madrid el 6 de junio de 2024, en el que el escritor nicaragüense se incluye tristemente en la «larga tradición de quienes pagan un precio por sus palabras», y evoca nombres que habían padecido muerte, desaparición, cárcel o destierro, entre los que estaban «Haroldo Conti, secuestrado y desaparecido a manos de la dictadura del general Videla en Argentina en 1976; y Rodolfo Walsh, asesinado en Buenos Aires en 1977 por la misma dictadura» (pág. 247). Allí existe un Centro Cultural de Memoria que lleva el nombre de Haroldo Conti, que es un espacio de difusión y promoción de la cultura, la educación y los derechos humanos, ubicado en el edificio de la antigua y siniestra Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). En su página web se puede leer el legajo núm. 77 de la desaparición del escritor: «El día 4 de mayo de 1976 fue aprehendido cuando retornaba a su domicilio de Capital Federal a medianoche, junto a su compañera Marta Beatriz Scavac Bonavetti y el bebé de ambos. Allí tenía que aguardarlos un amigo. Al arribar a la vivienda, el amigo se encontraba ya maniatado, había un grupo de individuos vestidos de civil, quienes golpearon brutalmente a la pareja y la encerraron allí mismo, mientras se peleaban por el reparto del «botín»: los sueldos de ambos, percibidos esa mañana, efectos patrimoniales de toda naturaleza, etc., dejando escasamente los muebles de gran tamaño. Robaron los originales de todas las obras de Conti, y documentación personal». Estaba a punto de cumplir cincuenta y un años.

jueves, 9 de octubre de 2025

'Dieciocho' y David T. Gies

Han sido varias las entradas que he dedicado en este blog a la revista Dieciocho, todas durante la etapa en la que la dirigió mi querido y admirado colega David T. Gies, a quien recordé cuando se jubiló en 2018 de las clases como catedrático de Español en la Universidad de Virginia, de cuyo departamento de Español, Italiano y Portugués fue director durante trece años. De su trayectoria como profesor, gestor —también fue, entre 2013 y 2016, presidente de la Asociación Internacional de Hispanistas— y estudioso —sobre todo, de la literatura de los siglos XVIII y XIX, con trabajos sobre autores como Nicolás Fernández de Moratín, géneros como la comedia de magia, textos clásicos como Don Juan Tenorio o panoramas históricos del teatro español decimonónico— hay mucha y cordial información en la página web en su homenaje que sus amigos y compañeros le ofrecieron; entre la que se incluyó una deliciosa conversación de David con su maestro Javier Herrero (1926-2023), que da idea de cómo se gestó uno de los departamentos americanos de estudios hispánicos más punteros. El viernes 3 de este mes me llegó el aviso de publicación de un nuevo número de Dieciocho, el 48.2, correspondiente al otoño de este año, que tiene la extraordinaria particularidad de que es el último en el que figurará como director David T. Gies, que se despide en las páginas introductorias del volumen («Importantes cambios: carta del director»), después de treinta dos años —desde 1993—. A partir de ahora, desde el primer número del próximo año, 49.1, la revista será codirigida por las profesoras Catherine M. Jaffe (Texas State University) y Elizabeth Franklin Lewis (Mary Washington University). Esta última colabora en esta entrega con un artículo sobre «Genre and Gender» en las odas de María Rosa de Gálvez, cuyo teatro, recientemente editado por Fernando Doménech en Letras Hispánicas de Ediciones Cátedra, tengo pendiente comentar aquí. Además, y como siempre, el volumen contiene otros trabajos de especial interés, como el de Noelia López-Souto sobre «Las bibliotecas de José Nicolás de Azara» o el de Mónica Botta sobre la primera normativa teatral en Buenos Aires en 1783, una fecha tardía con respecto al establecimiento de locales para teatro en otras ciudades de América. O la sección, ideada en su día por David T. Gies, de «Cajón de sastre bibliográfico», con información sobre novedades editoriales en el campo del dieciochismo. La mano de quien ahora se despide como director se notó desde el principio —yo era suscriptor unos años antes de que asumiese la dirección David, cuando la llevaba la profesora Eva M. Kahiluoto—, tanto en los contenidos de la revista, como en su difusión y repercusión científica en su ámbito; y también en las facilidades que para los suscriptores españoles supuso poder abonar el importe de la suscripción en una cuenta española, y así evitar un sobrecoste de casi el importe de la suscripción por la suma de la comisión por cambio de moneda y de los gastos de envío. Los lectores de Dieciocho debemos agradecer tanto trabajo al profesor David T. Gies y desear lo mejor al nuevo equipo que toma las riendas de una de las publicaciones más reconocidas entre las que se dedican al estudio de la literatura setecentista.