sábado, 26 de abril de 2025

Memorias de España 1937

Me complace difundir aquí la publicación de una nueva edición de las fascinantes Memorias de España 1937 de Elena Garro (Valencia, Bamba editorial, 2025), cuyos escritos siguen suscitando justificado interés en nuestro país. Me alegro de que el subtítulo principal de aquel trabajo de mi querida alumna Adriana Sánchez Vaquero, La presencia de Elena Garro en España, tenga su proyección y que el deseo explícito allí de que su obra fuese cada vez más conocida se cumpla con iniciativas como esta última en esta editorial que publicó tan solo hace un año su novela Testimonios sobre Mariana (Valencia, Bamba editorial, 2024), con prólogo de su incansable estudiosa y biógrafa Patricia Rosas Lopátegui, autora también de una introducción tras el prólogo de Ximena Garro —sobrina nieta de la autora— en esta edición de Memorias de España 1937. En 2018 la editorial extremeña La Moderna publicó su poesía desconocida, Cristales de tiempo, y hace muy poco, la colección Letras Hispánicas de Ediciones Cátedra su novela más celebrada, Los recuerdos del porvenir, sobre la que tratamos en clase en las dos últimas semanas antes del parón de la Semana Santa. Hoy, precisamente, trae el suplemento Babelia, de El País, un informe de Andrea Aguilar sobre el rescate de grandes escritoras latinoamericanas, en el que se citan las Memorias de Garro —también obras de autoras como Albalucía Ángel, María Luisa Bombal, Marta Lynch, Alejandra Pizarnik, Rosario Castellanos, Marvel Moreno, Sara Gallardo, Armonía Somers y Amparo Dávila— y otra de sus novedades en España, la novela —de 1995, hasta ahora inédita aquí— Inés (Getafe. Madrid, Editorial Espinas, 2025). Memorias de España 1937 es la reconstrucción de lo vivido a partir de algunas apuntaciones antiguas; pero, sobre todo, como un ejercicio de recordación muy posterior a los hechos, pues es en los años setenta, durante uno de los exilios de Elena Garro —el español, entre 1974 y 1981— cuando publicó en varios medios como Informaciones, Nueva Estafeta o Cuadernos hispanoamericanos, algunos trozos en 1978 y 1979. Posteriormente, se publicaría como libro en la edición de Siglo XXI Editores de México de octubre de 1992. Lo vivido recompuesto mucho después fue el viaje a España que emprendió la jovencísima Garro, recién casada con Octavio Paz, junto a otros intelectuales mexicanos, para asistir al II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas para la Defensa de la Cultura. No puedo evitar acordarme del preciso endecasílabo «Madrid, 1937», del extraordinario poema de Paz Piedra de sol (1957), como un vestigio lírico para el que el texto de Elena Garro es un testimonio rotundo con nulas concesiones al simbolismo sobre la misma circunstancia. El sabroso relato de la mexicana, sin pretensiones de objetividad, mordaz y crítico, está dividido en XVIII secuencias que reconstruyen todo el viaje desde la partida en barco de Nueva York a Europa, el viaje en tren desde París hasta Barcelona y luego Valencia, y las sucesivas estancias en Madrid (IV y XI-XII), en el frente de Pozoblanco (VIII), en Valencia (XIII) y la vuelta por París (XV) y la travesía por mar desde Cherburgo hasta Veracruz, tras parar en La Habana en donde visitaron a Juan Ramón Jiménez. La distancia temporal desde la que narra la escritora ya experimentada —y maltratada— puede condicionar la percepción de los enfrentamientos ideológicos y doctrinarios de algunos de los personajes notables que conoció, o la de su propio matrimonio —«siempre tuve la impresión de estar en un internado de reglas estrictas y regaños cotidianos, que, entre paréntesis, no me sirvieron de nada, ya que seguí siendo la misma» (pág. 179)—; sin embargo, el relato es fresco, sabroso, irónico, con notas de humor a veces, a pesar de lo descarnado de todo, y es un gusto leerlo. Especialmente, cuando se fija en algunas figuras de especial aprecio, como Luis Cernuda («Era como si Cernuda viviera separado del mundo por una cortina invisible», pág. 57), Miguel Hernández («También ahora los envidiosos podían decir que Miguel andaba disfrazado de pobre, aunque lo vieran temblar de frío», pág. 160) o César Vallejo («Nunca entendí la manía que le tenía Pablo Neruda ni la persecución que ejercía contra él […] me fascinaba el rostro grave de Vallejo, como si estuviera devorado por un terrible sufrimiento […] Aquel hombre era un hombre aparte, era un poeta. Creo que la poesía va unida a la profundidad de la bondad. Todavía veo su suéter de lana cruda y sus ojos trágicos», págs. 166-167). Hay que agradecer propuestas editoriales como estas —Testimonios sobre Mariana también— de Bamba editorial, que son rescates deleitosos y necesarios. 

domingo, 6 de abril de 2025

Recuerdo de Carlos Ortega

Hace unas semanas cayeron en mis manos en pocos días unos documentos de diferente carácter sobre un mismo tiempo. Por un lado, unos folios mecanoscritos en letras mayúsculas, sin puntuación ni tildes, con el relato desaseado de algunas anécdotas y circunstancias de los primeros años de la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres, fundada como tal en 1973, tras su etapa como Colegio Universitario. También tuve la oportunidad de consultar, antes de que pasasen a la custodia del archivo histórico de la UEX y gracias a la sensibilidad de quien azarosamente los salvó de la destrucción, los libros de actas de las juntas de aquel centro que sigue siendo hoy la casa en la que trabajo. En ambos vestigios hay un nombre que se repite, el de Ricardo Senabre, que de nuevo aparece en el libro que ahora me ocupa y que evoca también aquel tiempo. Se presentó en Cáceres, en lo que fue la librería-café Psicopompo, el sábado 15 de junio de 2024, y si he retrasado publicar aquí esta nota ha sido por acercarla a la pretensión de repetir en la Facultad de Filosofía y Letras un acto de presentación de este Poesía y textos, de Carlos Ortega (1954-2020), cuya edición ha corrido a cargo de Pedro Barco y Santiago Lindo, ambos compañeros de estudios de Filología en la primera y la segunda promociones, respectivamente, del entonces Colegio Universitario de Filosofía y Letras en 1971, germen de la creación de la Universidad de Extremadura dos años después. Se comprenderá la pretensión de organizar en la Facultad —aunque ya no esté ubicada en aquel «Edificio Valhondo» que acogió los primeros estudios universitarios de la ciudad— un acto que sirva como recuerdo y homenaje de sus amigos a aquel joven estudiante de Filología que fue Carlos Ortega. Quizá esta vuelta a la semilla pueda significar algo también para quienes, más de cincuenta años después, siguen manteniendo la llama encendida de los estudios filológicos en Cáceres, que podrán ver a los que quisieron formarse en lo mismo. Cuenta Pedro Barco, que firma el «Prólogo» del volumen, que fue la lectura compartida de los textos breves de Jardiel Poncela en Para leer mientras sube el ascensor (1948) la que los «predispuso favorablemente a la amistad» (pág. 6), y que luego serían Borges o Lewis Carroll otros autores frecuentados. El título elegido de Poesía y textos no es muy preciso para designar lo que recogen las poco más de ciento setenta páginas del libro, pues si la primera sección de «Poemas» incluye versos escritos entre 1973 y 2005, la segunda parte de «Textos» está compuesta por textos en prosa, pero también por numerosos poemas manuscritos —reproducidos facsimilarmente— provenientes de varios cuadernos y libretas que la familia de Carlos puso en manos de sus amigos para publicarlos. El conjunto se cierra con dos partes más: unas «Traducciones» — de Maquiavelo y de Raul Pompeia— y media docena de «Fotografías» de diferentes etapas de su vida. Habría tenido su gracia elaborar una edición más filológica a través de la que se pudiese reconstruir —o sugerir— parte de la cronología y la evolución de los escritos de Carlos Ortega, sin llegar al no pretendido —se dice en el prólogo— «estudio filológico» (pág. 7). Entre otras cosas, porque esta muestra de una temprana vocación literaria tiene mucho interés por sus sugerentes ecos de lecturas, su voluntad rupturista, su humor, su contestación y crítica..., como para presentarla con algunos referentes y detalles más, y que bien conocen Santiago Lindo y Pedro Barco, participantes en aquel contexto del que surgió también la única obra que yo conocía de Carlos Ortega antes de la recuperación de estas Poesías y Textos, la novela mecanoscrita que firmó con Felipe Núñez Nada por aquí, nada por allá, de la que di cuenta aquí hace unos años. Porque así tiene que ser, el libro de Carlos Ortega se presentará en el Salón de Actos de la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres a las 12:00 horas del miércoles 9 de abril de 2025. Intervendrán en el acto Pedro Barco y Santiago Lindo como editores, y otros amigos como Jesús Alonso, Juanjo Cortés y Abelardo Martín interpretarán algunas canciones a la guitarra.