miércoles, 19 de febrero de 2025

Teatro de Mauricio Kartun

No es muy común celebrar novedades editoriales del género teatral, y por eso es una alegría conocer una de esta faceta de las actividades de Teatro del Bufón que es su preciosa serie de textos dramáticos, de diversos autores, consagrados y noveles, que el pasado año 2024 ofreció un paquete de tres números para suscriptores con Pájaros negros, de Agnieska Hernández, El patio número 3, de Víctor Muñoz, y el más reciente, Par simple, de Mauricio Kartun. Me quiero detener en las dos piezas que acoge este volumen del dramaturgo argentino Mauricio Kartun (San Martín, 1946): Terrenal. Pequeño misterio ácrata y La vis cómica, reunidas ahora con ese título que se aclara en el colofón de este bello librito: «En el póker, un par simple es la combinación de dos naipes iguales en valor. Y este Par Simple se formó, desafiando a dioses e imperios, en noviembre de 2024». Tampoco es frecuente leer fuera de las revistas especializadas una aproximación al teatro argentino contemporáneo o de un autor contemporáneo como Kartun, que es lo que ofrece el esclarecedor ensayo de Milena Bracciale que va como «Prólogo» y que lleva el título de «Escribir revolucionariamente para hacer la revolución. Mauricio Kartun y la necesidad de su teatro» (págs. 11-43); y se agradece esta presentación de un autor que es principal en el panorama del teatro de las cuatro últimas décadas en Iberoamérica. Además, me gusta leer un análisis que no se separa de la puesta en escena y, sobre todo, de la interpretación de actores vinculados al clown y «a los orígenes circenses del teatro criollo» (pág. 24). La primera de las piezas de Par Simple se estrenó en Argentina en septiembre de 2014, y La vis cómica se dio por primera vez allí en septiembre de 2019. Terrenal. Pequeño misterio ácrata, después de numerosas representaciones —mil funciones durante nueve temporadas consecutivas— que sumaron hasta cien mil espectadores, fue programada en España en el Teatro de La Abadía en las temporadas de 2017 y 2019 con extraordinarias críticas en la prensa nacional. El «pequeño misterio» de Terrenal es una lectura en clave absurda, y muy crítica, del episodio bíblico de Caín y Abel, dos hermanos que no pueden vivir juntos, que se oponen enfrentados por la defensa del terrenito y de la propiedad frente a la libertad y desapego inestable de bienes materiales —en un juego entre sedentarismo y nomadismo como propuestas tomadas de un libro que se tiene en cuenta aquí: Los mitos hebreos, de Robert Graves y Raphael Patai. La vis cómica es una estimulante reflexión escénica sobre el teatro que parte de El coloquio de los perros cervantino y convierte a Berganza en narrador, en el «mejor amigo del espectador» (pág. 109), porque «cuánto salvaría al teatro más perro contando» (pág. 93). Ambas obras tienen una sugerente intensidad dramática y un muy marcado sentido estructural —las tres partes de Terrenal son dos parcelas con un corte central en la «Escenita II», y en La vis cómica Berganza se ocupa de pautar el logrado ritmo de sus cinco jornadas y un cuadro final—; pero, sobre todo, proponen una lectura crítica en clave teatral popular no convencional que entiendo vinculada a la idea de «escribir revolucionariamente» de la que trata Milena Bracciale en su estudio introductorio. Una recomendación, por último, extensible al resto de propuestas que hace Teatro del Bufón en ese formato: el documento sonoro de menos de dieciocho minutos «Mauricio Kartun, escribir una trinchera», que nos reafirma en la necesidad de su teatro. 

viernes, 31 de enero de 2025

Bécquer

A veces, por la gentileza de mis colegas, aporto por una clase que no es mía y, como invitado, hablo de algún texto que no está entre los de mis asignaturas. Así ocurrió hace un par de meses y pude comprobar que siguen perviviendo lugares comunes, que se repiten en los libros de textos, y que, cuando adviertes sobre su impropiedad, la noticia cae como un bombazo. Un bombazo sobre una novedad que tiene ya más años que un saco de loros, como la invención del 98, o, como en el caso que ahora me ocupa, la consideración de Gustavo Adolfo Bécquer como poeta romántico en temas de Secundaria y Bachillerato que suelen tener enunciados del tipo: «El Romanticismo. La poesía romántica. José de Espronceda. Gustavo Adolfo Bécquer. Rosalía de Castro. El teatro romántico. La prosa romántica.». Hoy, que hemos reanudado el curso después de los exámenes de enero en un parón que a mí se me sigue antojando demasiado largo, me he acordado de esto y he hablado de Bécquer porque venía a cuento, sin demorarme en mencionar lo que ahora dedico a mis alumnas y alumnos de Filología Hispánica, que ven tan innovador lo que es ya asumido por muchos lectores de este autor que para Luis Cernuda fue una de las figuras que más ha deformado, al apropiársela, el público: «Un artista no sólo puede ser incomprendido cuando se le desdeña, sino también cuando se le admira. Y éste ha sido, después de su muerte, el caso de Bécquer», dijo el poeta sevillano en una conferencia en el Ateneo de Alicante en febrero de 1935. Y tanto. Pues bien, y por sumar un ejemplo reciente, hace muy pocas semanas, Lola Pons, la catedrática de Historia de la Lengua Española de la Universidad de Sevilla, escribió un artículo titulado «Las mentiras del año nuevo» (El País, 28-12-2024, pág. 12) en el que aludió al Panteón de Sevillanos Ilustres y a la tumba de Gustavo Adolfo Bécquer, como «la más fotografiada por los visitantes». Y añadió lo siguiente: «Los más jóvenes se apañan para insertar en alguno de los recovecos del sepulcro del poeta papelitos con ruegos de amores y desconsuelos románticos. La investigación filológica lleva años descubriendo que el Bécquer asociado al amor doliente que nos ha transmitido la recepción moderna es una enorme y conveniente mentira, pero es tan literaria y abrazada por los lectores que es imposible desplazarla. En esa mentira se sostiene la esperanza de quienes enrollan estas notas de amor como si fueran el mensaje de un espía soviético». El subrayado es mío. Y también la intención de que esto sirva de recordatorio para los que me han escuchado en clase.