martes, 27 de septiembre de 2016

Diario de un lector. Prospecto


What's New, Pussycat (1965), Clive Donner
Alguien debería poner por escrito algo que quedase como testimonio —si no diario, con una periodicidad patente— de sus lecturas. No una reseña al uso, no. Más bien, un autorretrato impúdico de los hábitos de un lector en estos primeros años del siglo XXI. Por obra tan estupenda como Una historia de la lectura, de Alberto Manguel, supe de un grabado del siglo XIV que representaba a un erudito en una biblioteca llena de libros escribiendo en una mesa octogonal elevada, con un atril, que le permitía trabajar en uno de los ocho lados, girar la mesa y seguir leyendo los libros que ya tenía dispuestos en los otros siete lados. Algo así. Ir más allá, por ejemplo, de confesar el gusto por la expresión de Patrick Modiano de «dos mariposas sin arraigo» de Javier Goñi al comentar el libro de Fernando Castillo París-Modiano. De la ocupación a mayo del 68 (Madrid, Fórcola, 2015), y llegar a saber dónde leyó Goñi el libro, cómo y durante cuánto tiempo. Es verdad que no tiene ningún interés para Goñi ni para nadie si leyó en un bar, en un vagón de metro o en su casa, si en papel o en pantalla. Para mí sí; por eso escribo este prospecto. El otro día una amiga me dijo que había escuchado la noticia de la publicación de un libro interesante y que tardó poco en descargárselo en su tableta. Para leerlo, como todas las noches, antes de dormir. Me dio hora y lugar. A las diez de la noche ya en la cama. Yo leo más sentado que tumbado. Y no hace mucho me crucé con un joven conocido que caminaba con ropa deportiva con un libro en las manos que leía. Me pareció sorprendente hasta que pensé en las decenas de personas con las que nos cruzamos a diario que caminan por la calle con la cabeza gacha sin mirar más que la pantalla de su móvil, sin reparar en coches ni en viandantes. Cansados de leer lugares comunes, a lo mejor, con el tiempo, los estudiosos de la lectura vuelven a apreciar la crítica de libros para extraer conclusiones sobre cómo se leyeron: si cincuenta páginas seguidas de una novela publicada en papel o saltando de una pantalla a otra en el ordenador. 

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