Hace poco os hablé en clase de Juan Nicolás Böhl de Faber, el padre de la autora de la novela que hemos estado tratando en clase, de La Gaviota. No he dejado de reparar en alguna cara de extrañeza entre vosotros cuando me he referido al "romanticismo reaccionario" y a la "querella calderoniana". No importa; no tengo inconveniente en recalcar todos los años ciertos hitos de nuestra historia literaria —siempre al hilo de nuestros textos—, hasta que calen, al menos, como referencias fundamentales, previas y necesarias para otras profundidades. Para esto están monografías y estudios como el de Jesús Pérez-Magallón, publicado hace unos meses: Calderón. Icono cultural e identitario del conservadurismo político (Madrid, Ediciones Cátedra, 2010). Con este libro ya tenemos otra recomendable referencia bibliográfica.
Jesús Pérez-Magallón, que estuvo en esta Facultad dando una conferencia hace unos años, me ha conmovido con la dedicatoria impresa en la página 9: "A mis maestros de primaria y secundaria, sin quienes nada habría sido". Con esta consciencia al más alto nivel de Estado, nuestra sociedad sería distinta. En fin, voy al asunto. El libro es un recorrido de gran interés y amena y provechosa lectura por la recepción de Calderón a lo largo de la historia, que parte de su contemporaneidad y lo más cercano a la fecha de su muerte (1681), con la aprobación del Padre Manuel Guerra y los escritos de Bances Candamo. Desde el principio de este recorrido, aunque la percepción es progresiva, se pone de manifiesto la idea de que la manera de leer la obra del autor de La vida es sueño se vincula a una concepción conservadora de la identidad nacional. Su imagen polariza la España de la polémica teatral de la segunda mitad del siglo XVIII y sus aires reformistas; y es más netamente identitaria e iconizadora en las dos primeras décadas del siglo XIX. Pérez-Magallón nos trae hasta el siglo XX, en donde se para —no mucho y en tono notoriamente distinto— en la re-utilización de Calderón para los fines de la derecha facciosa durante la guerra civil y el franquismo, sobre un caso como el de Luis Escobar. Es lo que ocurre con la lectura de estudios como éste sobre la transmisión de una imagen o icono cultural, desde la de un autor de carne y hueso primero, y de tinta y papel después; que, además de darte luz conceptual, te hacen viajar provechosamente por los caminos, cada día más transitables, de la historia literaria. Provechosamente.
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