miércoles, 21 de noviembre de 2007

La desheredada

Debería ponerse a la entrada de los colegios, de los institutos y de los ministerios. La escribió Galdós en enero de 1881, y fue la dedicatoria para su novela La desheredada, que vamos a empezar a leer en clase:

“Saliendo a relucir aquí, sin saber cómo ni por qué, algunas dolencias sociales, nacidas de la falta de nutrición y del poco uso que se viene haciendo de los benéficos reconstituyentes llamados Aritmética, Lógica, Moral y Sentido Común, convendría dedicar estas páginas... ¿a quién?, ¿al infeliz paciente, a los curanderos y droguistas que, llamándose filósofos y políticos, le recetan uno y otro día?... No; las dedico a los que son o deben ser verdaderos médicos: a los maestros de escuela.”

Hoy hemos dedicado las horas a introducir la novela hablando del Naturalismo. Me gusta mucho hablar de esta manera de plantearse la realidad como materia novelable.

martes, 20 de noviembre de 2007

Visita

La de dos cercanos escritores que no sé si se nota que están entre nosotros. Ya estuvieron, y no sé si se notó que estuvieron con nosotros, Dulce Chacón y Diego Doncel, Julián Rodríguez y José Muñoz Millanes, Ada Salas y María Rosa Vicente, Alonso Guerrero y Juan Margallo, Eugenio Fuentes y Pilar Galán, Santos Domínguez y María José Flores. El jueves próximo, en el aula 30: literatura.

La novela popular del XIX

Vamos a empezar hoy con un breve análisis de la novela popular del XIX y sus formas. Pongo aquí una primera referencia bibliográfica para la introducción: el número que dedicó la revista Ínsula (núm. 693, de septiembre de 2004) a El folletín: un género marginal en las letras españolas del siglo XIX.
Puede verse el sumario aquí. Hoy, especialmente, nos interesan los datos y valoraciones que aporta el trabajo de Sylvie Baulo, "La novela por entregas a mediados del siglo XIX: ¿literatura al margen o del centro?" (págs. 8-11).

jueves, 15 de noviembre de 2007

El señor de Bembibre


Ayer mostré en clase este libro de Michael P. Iarocci, Enrique Gil y la genealogía de la lírica moderna. En torno a la poesía y prosa de Enrique Gil y Carrasco (1815-1846), Newark, Delaware, Juan de la Cuesta, 1999. Terminábamos, ya, prácticamente —y desgraciadamente, pues seguiría varias semanas más— la lectura de El señor de Bembibre. En el libro de Iarocci hay comentarios con enjundia sobre algunos de los aspectos que de la novela hemos tratado en clase. Me alegra poder utilizarlo como complemento, en lo que tiene de análisis del lirismo de Gil, para cerrar esta propuesta de lectura de una novela sublime, tan autorreferencial —y que conste que no me gusta la palabra. Sentí ayer cierta emoción leyendo algunos fragmentos de esta obra. Ojalá se haya notado.